Los ciudadanos celebran con entusiasmo que por fin salimos del largo periodo que señalamos, de latrocinio inimaginable en todo lo que tenía que ver con los bienes públicos del País.

    Nos encontramos en el último año del sexenio del gobierno de la Cuarta Transformación y presenciamos intensa actividad del Presidente Andrés Manuel López Obrador, inaugurando obras en distintos puntos de la geografía nacional, obras monumentales como la petroquímica Olmeca, el corredor del Istmo de Tehuantepec, el Tren Maya e infinidad de obras en los estados, como aquí en Sinaloa las presas de Santa María y Picachos, por citar algunos proyectos de trascendencia, que hacía muchos años no veíamos realizarse en el suelo nacional. Hoy somos testigos de grandiosas obras en todos los estados de la Unión.

    Lo que llena de orgullo a los ciudadanos, porque por fin cuentan con un Presidente de la República que rompió la inercia en que había caído el País, por la tremenda corrupción que imperó durante el periodo neoliberal, donde prevaleció un saqueo sin par, como nunca se había visto; además, se cometieron dos megafraudes electorales para robarse la Presidencia de la República. Los estragos de ese periodo, donde PRI y PAN se hermanaron, todavía se padecen en el ámbito nacional, fueron acontecimientos sumamente traumáticos en la psicología social.

    Los ciudadanos celebran con entusiasmo que por fin salimos del largo periodo que señalamos, de latrocinio inimaginable en todo lo que tenía que ver con los bienes públicos del País. Se produjo un estancamiento de graves consecuencias para la sociedad. Todos los sectores sociales -con excepción de una plutocracia oligárquica- sufrieron estragos en dicho periodo, con recortes a rajatabla y pérdidas de prestaciones que se vivieron en ese negro periodo de pasado reciente. Se reformó la Constitución en detrimento de los campesinos y obreros, se privatizó la tierra ejidal y se nulificaron derechos fundamentales de los obreros, se pretendió privatizar la educación básica y la salud pública. No les alcanzó el tiempo para concretar esas reformas, porque el pueblo despertó en 2018 y exigió un reparto equitativo de los frutos garantizados, para todos los mexicanos, en la Constitución de la República.

    Estaban en pleno saqueo, cuando en 2018 se reveló el pueblo en contra de ese estado de cosas, que venía realizando el PRIAN con total impunidad, para nada tomaban en cuenta al pueblo, se creían los dueños de México. Pero, mediante su sufragio, el pueblo se reveló y hasta allí llegaron los traficantes de influencia en este País. A partir de la elección de junio del 2018 se inició el actual periodo de gobierno que los ciudadanos celebran con alegría y entusiasmo. Los magnos frutos del gobierno de la Cuarta Transformación los vemos realizados ahora con hechos, no palabras. Lo que el pueblo venía reclamando hoy se ve traducido en acciones de buen gobierno, receptivo a los reclamos populares.

    Con base a lo anterior, enfatizamos, con total certeza, que el pueblo no se equivoca y sabe fortalecer su futuro. En la actualidad se ve con claridad meridiana el respaldo ciudadano para consolidar un desarrollo con bienestar social. Confiar en la decisión del pueblo, satisfacer sus demandas, gobernar a favor de la gente es la mejor estrategia política en el presente; no hay otra, esa es la vía para consolidar lo que se ha venido alcanzando. Recordemos la inmortal frase de Ricardo Flores Magón: “sólo el pueblo defiende al pueblo”, no hay más, eso está comprobado a lo largo de la historia de este aguerrido y valiente País.

    Los ciudadanos conocen bien quiénes son sus aliados y quiénes sus enemigos históricos en esta brega por conquistar una vida mejor, y nunca se equivocan en sus decisiones: calculculan muy bien cómo preservar sus conquistas frente a sus enemigos de clase, son portadores de una intuición natural, por la experiencia acumulada en su vida plena de retos y esfuerzos, no fallan en tener una valoración práctica de cómo lograr sus objetivos.

    En la actualidad las clases débiles tienen un aliado muy importante en sus luchas por lograr su bienestar: el gobierno de la Cuarta Transformación, en cuya agenda política figura su consigna esencial: primero los pobres. Esa premisa engloba a las clases medias, a los obreros y campesinos de este País. Y darles bienestar a estos sectores mayoritarios es la meta fundamental de la Cuarta Transformación, y sobre esos objetivos se camina sin descanso. Lo vemos en los hechos, con prístina claridad, son innegables los avances logrados.

    Por todo lo anterior, concluimos: no hay pierde en este país, el pueblo ha madurado de una manera vigorosa, extraordinaria, con claridad que asombra a los observadores acuciosos Y vota, en consecuencia, a favor de la gran transformación en marcha.

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