La sociedad de las prisas

    Nuestra sociedad idolatra la prisa, la velocidad, la premura, la aceleración. Emulando al Checo Pérez, nos lanzamos por la pista de la vida en pos de vencer al fantasma de Verstappen. Pero, por lo general, no analizamos suficientemente qué queremos, a dónde vamos, o si los espejismos son alcanzables y con qué recursos contamos.

    Cuando somos niños o jóvenes tenemos prisa por crecer, por ser libres, por alcanzar la autonomía; cuando llegamos a viejos quisiéramos detener el tiempo y emplear los retazos de vida que nos quedan para culminar los proyectos no madurados.

    Nuestra sociedad idolatra la prisa, la velocidad, la premura, la aceleración. Emulando al Checo Pérez, nos lanzamos por la pista de la vida en pos de vencer al fantasma de Verstappen. Pero, por lo general, no analizamos suficientemente qué queremos, a dónde vamos, o si los espejismos son alcanzables y con qué recursos contamos.

    Cierto, se necesita la acción, no podemos pasarnos toda la vida en actitud contemplativa, imitando la escultura de Rodin. Sin embargo, tampoco es conveniente asumir la conducta de aquellos que pasaron a toda velocidad e indiferentes ante el samaritano, yacente a la vera del camino de Jerusalén a Jericó.

    Claro, tampoco es lícito desligarnos de nuestras metas y proyectos personales, así como de los problemas de justicia, paz, desarrollo, equidad y ecología que agobian a nuestro mundo. Empero, no debemos olvidar que el arte de la pausa oxigena y contrarresta el infatigable ímpetu que nos asfixia.

    María Novo, en su libro La sociedad de las prisas, invita a reflexionar serenamente en la calidad de vida que estamos llevando. La sociedad de las prisas, señala, invade todo y amenaza con permanecer indefinidamente. No podemos hacer cambios radicales y profundos, si no detenemos el paso y respiramos a conciencia.

    Indica que en esta sociedad se nos iguala a las máquinas y se esperan resultados semejantes de eficiencia y rapidez. Agrega que se persiguen objetivos que consigan lo grande, lo lejano y lo rápido, en detrimento de recuperar la cordura y buscar lo cercano, lo pequeño y lo lento.

    ¿Me devora la prisa?

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    rfonseca@noroeste.com

    rodifo54@hotmail.com

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