Ayuno intermitente y chicharrón de puerco

    alberto.kousuke@uas.edu.mx
    En un mundo donde las tendencias dietéticas aparecen y desaparecen tan rápido como el aguinaldo, el ayuno intermitente y el chicharrón de puerco han emergido como un enfoque fascinante no solo para la pérdida de peso, sino también para la salud en general.

    Estos temas se los debo a dos queridos compañeros de pluma de periódico Noroeste, Emiliano Terán y Jesús Rojas. La última de 2023.

    En un mundo donde las tendencias dietéticas aparecen y desaparecen tan rápido como el aguinaldo, el ayuno intermitente y el chicharrón de puerco han emergido como un enfoque fascinante no solo para la pérdida de peso, sino también para la salud en general.

    El primero, implica alternar períodos de alimentación con períodos de ayuno, ha ganado popularidad tanto entre entusiastas del bienestar como entre la comunidad científica. A diferencia de muchas dietas tradicionales que se centran en qué alimentos consumir, el ayuno intermitente se centra en cuándo comer. En lugar de seguir una restricción calórica constante, los practicantes de ayuno intermitente ajustan sus horarios de alimentación de manera que incluyen ventanas específicas para comer y períodos de ayuno. Los métodos más comunes incluyen el ayuno de 16/8 (16 horas de ayuno y 8 horas de alimentación), el ayuno en días alternos y la restricción calórica intermitente.

    Uno de los beneficios más notables del ayuno intermitente es su impacto en la pérdida de peso. Al restringir la ventana de alimentación, es probable que se consuman menos calorías en general. Además, el ayuno intermitente puede aumentar la sensibilidad a la insulina y mejorar la quema de grasa, lo que contribuye a la pérdida de peso. Sin embargo, es crucial entender que el ayuno intermitente no es una solución mágica. La calidad de los alimentos consumidos durante las ventanas de alimentación sigue siendo fundamental para la salud general. Una dieta equilibrada y nutritiva sigue siendo esencial para garantizar que el cuerpo reciba los nutrientes necesarios.

    Aunque el ayuno intermitente puede ofrecer beneficios a muchas personas, no es adecuado para todos. Las personas con condiciones médicas preexistentes, mujeres embarazadas o lactantes, y aquellos con historias de trastornos alimentarios deben abordar este enfoque con precaución y consultar a un profesional de la salud. Además, es vital reconocer que la experiencia del ayuno puede variar significativamente entre individuos. Algunas personas se adaptan fácilmente, mientras que otras pueden experimentar fatiga, irritabilidad o dificultades para concentrarse. La clave radica en escuchar a su cuerpo y ajustar el enfoque según sea necesario.

    A nivel celular, el ayuno intermitente parece inducir una respuesta adaptativa en el cuerpo. Durante los períodos de ayuno, las células activan procesos de reparación y eliminación de desechos, un fenómeno conocido como autofagia. Este proceso podría tener beneficios significativos para la longevidad y la prevención de enfermedades. Asimismo, la reducción en la ingesta de alimentos durante el ayuno también ocasiona una disminución de los niveles de insulina, la hormona encargada de regular el metabolismo de la glucosa y la grasa. Este descenso insulinémico facilita la movilización y utilización de las reservas de grasa almacenadas, promoviendo la quema de grasas como fuente de energía. Paralelamente, la ausencia de alimentos durante el ayuno puede provocar una disminución de los niveles de glucosa en sangre, induciendo la liberación de glucógeno almacenado en el hígado para mantener la homeostasis de la glucosa y proporcionar energía al cuerpo.

    A nivel genético, el ayuno intermitente puede afectar la expresión de genes relacionados con el metabolismo, la longevidad y la respuesta al estrés. Además, se ha sugerido que este enfoque puede tener efectos epigenéticos, modificando la actividad génica sin alterar la secuencia del ADN.

    A medida que la investigación sobre el ayuno intermitente avanza, se espera que se revelen más detalles sobre sus mecanismos y beneficios específicos. Hasta entonces, aquellos que opten por adoptar este enfoque deben hacerlo con conocimiento de que todo lo relacionado con salud (corporal y mental) debe tener un enfoque individualizado.

    Ahora, el chicharrón de puerco es un plato popular (en varias culturas) que consiste en freír la piel del cerdo hasta que se vuelve crujiente y dorada. Esta preparación se realiza tradicionalmente friendo la piel de cerdo en su propia grasa, lo que contribuye a su textura crocante característica.

    En términos nutricionales, el chicharrón de puerco es rico en grasas, especialmente grasas saturadas, y puede contener cantidades significativas de calorías. Tradicionalmente, ha sido considerado un alimento indulgente y, debido a su contenido calórico y de grasas, no era frecuentemente asociado con dietas saludables.

    Sin embargo, en los últimos tiempos, ha habido un aumento en la popularidad del chicharrón de puerco, incluso entre aquellos que siguen dietas específicas, como la dieta cetogénica o bajas en carbohidratos. La dieta cetogénica, por ejemplo, se centra en consumir una cantidad muy baja de carbohidratos y una cantidad alta de grasas saludables, lo que ha llevado a algunas personas a incorporar alimentos ricos en grasas, como el chicharrón de puerco, en sus planes de alimentación.

    El chicharrón de puerco se ha vuelto de moda en ciertos círculos dietéticos debido a su perfil nutricional que se ajusta a estas dietas bajas en carbohidratos. Además, algunos argumentan que las grasas presentes en el chicharrón son principalmente grasas saturadas y monoinsaturadas, que han sido menos estigmatizadas en comparación con las grasas trans y poliinsaturadas.

    Es importante tener en cuenta que, aunque el chicharrón de puerco puede ser una fuente de grasas, no todos los tipos de grasas son iguales, y su consumo debe ser moderado.

    La calidad de la dieta general, la variedad de alimentos consumidos y otros factores de estilo de vida son esenciales para una salud óptima. Como siempre, se recomienda consultar con un profesional de la salud o un nutricionista antes de realizar cambios significativos en la dieta.

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