Candidaturas y riesgo de mayor barbarie

    México cerrará su tercer sexenio federal con una tasa de homicidios violentos que al menos multiplica por cuatro la tasa promedio global. Quien esté en condiciones de evaluar las ofertas electorales y determinar de alguna manera si está ante una propuesta seria, una bufonada o una palanca hacia más violencias no debería evadirlo bajo ningún caso.

    Parece normal votar sin mirar con cuidado las ofertas electorales. Es más, las plataformas electorales muchas veces no las leen ni quienes las abanderan (me consta). Y peor, en las últimas semanas he venido conversando con personas de varias entidades que, luego de presentar su experiencia de sobrevivencia ante las violencias asociadas al control territorial y de mercados en zonas donde “gobierna” la delincuencia en complicidad con autoridades (gobernanza criminal), les pregunto si tienen alguna esperanza de que las elecciones de 2024 mejoren las condiciones de seguridad, justicia y paz; nadie me ha contestado afirmativamente.

    Me queda claro que las condiciones de vida de muchas personas hacen imposible dedicar tiempo alguno para valorar nada; pero también sé que hay muchas otras que sí podrían y deberían hacerlo. Para todo efecto práctico, cada persona que no pondera la seriedad de una oferta porque no quiere, no puede o no sabe cómo hacerlo, así acepta la vía libre a cualquier cosa, yendo desde las ocurrencias más banales hasta las ideas con alto potencial de empujarnos aún más a la barbarie.

    En la emergencia nacional que estamos, quien esté en condiciones de evaluar de alguna manera si está ante una propuesta seria, una bufonada o una palanca hacia más violencias no debería evadirlo bajo ningún caso. México cerrará su tercer sexenio federal con una tasa de homicidios violentos que al menos multiplica por cuatro la tasa promedio global. Llegaremos a las elecciones del próximo año con 11 de las 15 ciudades más violentas del mundo y calificados como el tercer país más afectado por la delincuencia organizada en todo el orbe, sólo por debajo de Myanmar y Colombia, según el apenas publicado índice global 2023.

    Una actitud cínica que insiste en la imposibilidad de hacer de las elecciones auténticas aduanas para frenar la destrucción y apoyar la reconstrucción en estos temas, es tanto como ayudar a echarle más gasolina al bosque que ya se incendia.

    Me gustaría hacer una investigación que midiera la rutina de las personas que hoy son precandidatas y mañana serán candidatas, identificando qué tiempo le dedican a la seguridad, la justicia y la paz. Quisiera tener evidencia que nos respondiera cuántas veces las personas que llegan a las boletas no saben ni quieren saber al respecto y por qué. No me refiero a quienes son llevados a las boletas por la delincuencia organizada; en ese caso ya sabemos que los incentivos son otros. Me refiero a quienes no llevan a cuestas un mandato extralegal, quieren representar a la autoridad y sin embargo “no tienen tiempo” para al menos entender las bases de la problemática que más preocupa a la gente en la inmensa mayoría del país.

    El ángulo en todo caso más preocupante, dada la prolongación de la crisis de violencias, delincuencia e impunidad es la posible conexión entre ofertas estilo Bukele y la desesperación y el desamparo del electorado. Es una terrible paradoja: entre más profunda es esta problemática, más popular es el endurecimiento político y social, prefiriendo medidas que solo terminan nada menos que profundizando aún más la crisis. Por ejemplo, cambiar el sistema legal para apresar a decenas de miles de personas sin el debido proceso legal equivale a multiplicar exponencialmente los riesgos para la mayor barbarie, habilitando al Estado para ejercer sin posible control constitucional y legal nada menos que algunos de sus más graves poderes: el uso de la fuerza y el castigo penal.

    Entiéndase bien, el Estado usa la desesperación que el propio Estado siembra para darse a sí mismo más poderes de intervención sobre las garantías constitucionales. Esas ofertas estilo Bukele vendrán, no tengo duda; la pregunta es cuánta gente se dejará engañar por esas promesas, quitándole a las candidaturas el peso de en verdad prepararse ante la crisis humanitaria en la que estamos.

    La tenemos bien cuesta arriba porque el Estado también ha sembrado un imaginario que no admite esperanza de salidas a favor de la seguridad, la justicia y la paz que no pasen por ese endurecimiento. Sería fácil ante casi cualquier audiencia lograr el aplauso para quien proponga 200 años de prisión a quien prive de la vida a una mujer por motivos de género; pero sería en cambio muy difícil merecer esa aprobación ante propuestas de prevención de la violencia feminicida que pasan por intervenciones no penales, aunque estén mejor evaluadas en la experiencia internacional.

    A esto me refiero y las personas que irán por el voto lo saben; entienden bien que lo más fácil es proponer endurecimiento para impresionar (ya verán las imágenes tipo Rambo que se vienen).

    En el Programa de Seguridad Ciudadana de la Ibero CDMX estamos construyendo un portafolio de alternativas para tratar de ayudar a cambiar las reglas del juego. Buscamos que cada vez más personas usen su voto para censurar la prolongación del daño y premiar la innovación a favor de la seguridad, la justicia y la paz, bajo un enfoque transversal de derechos humanos.

    Toda candidatura llevará encima el riesgo de ser parte del camino hacia la prolongación y agudización de la barbarie.

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    @ErnestoLPV

    Animal Político @Pajaropolitico

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