Coalición para reducir homicidios, comencemos por entender la normalización de la epidemia

    ¿Cómo se normalizó en México la epidemia de homicidios? Entiendo normalizar como la actitud que, sabiendo que nos estamos matando más o mucho más que en la inmensa mayoría del planeta, prefiere no censurar el hecho. Normalizar es aprender a coexistir con esta violencia. Normalizar no quiere decir hacer nada; normalizar es seguir una ruta pasiva que renuncia a expresar reprobación alguna, en cualquier forma y por cualquier canal.

    ¿Te imaginas que en México sí se censurara la violencia homicida? ¿Te imaginas que levantáramos la voz masivamente condenándola? ¿Qué sería de nuestro país si organizáramos la indignación ante el uso masivo de la violencia homicida? ¿Qué consecuencias tendría alzar la voz y gritar basta? ¿Pasaría algo diferente si una vez tras otra nos organizáramos colectivamente para exigir parar la epidemia homicida?

    ¿Cómo se normalizó en México la epidemia de homicidios? Entiendo normalizar como la actitud que, sabiendo que nos estamos matando más o mucho más que en la inmensa mayoría del planeta, prefiere no censurar el hecho. Normalizar es aprender a coexistir con esta violencia. Normalizar no quiere decir hacer nada; normalizar es seguir una ruta pasiva que renuncia a expresar reprobación alguna, en cualquier forma y por cualquier canal.

    El pasado 23 de abril presentamos la nueva Coalición para la reducción de homicidios y dimos a conocer el informe final de la conferencia internacional que hicimos en diciembre pasado, documento que incluye más de cien recomendaciones.

    Este grupo de trabajo integrado por universidades y organizaciones de la sociedad civil busca acelerar la incidencia hacia los cambios que nos lleven a contener y reducir la epidemia. Si bien tenemos un montón de ideas y posibles proyectos, acaso lo más razonable es comenzar por entender el apagón masivo de la censura.

    El 26 de abril en la aplicación X, la cuenta Epic Maps @Locati0ns enseñó que, de las 15 ciudades con las tasas de homicidios más altas del mundo por cada 100 mil habitantes, 8 están en México: 1. Celaya 109; 2. Tijuana 105; 3. Ciudad Juárez 103; 4. Ciudad Obregón 101; 5. Irapuato 94; 6. Ensenada 90; 8. Uruapan 72; 15. Zacatecas 59. La tasa promedio global es ligeramente menor a 6, por tanto, esas ciudades la multiplican entre 9 y 18 veces. Pero la evidencia de nuestra epidemia ha fluido ampliamente desde 2007 a la fecha. Nuestro país llegó a una tasa de 30 y ahora anda aproximadamente en 25 (4 veces la global). Por cierto, sin mencionar un subregistro nacional de proporciones desconocidas asociado, por ejemplo, a las desapariciones y las desapariciones forzadas.

    Y en toda esa ruta de 17 años la impunidad del homicidio violento ha bajado nada, estacionada por encima del noventa por ciento. Esto quiere decir que sabemos que nos estamos matando de manera desproporcionada comparado con el mundo, pero también sabemos que casi nunca se castiga a quien priva de la vida a otra persona. Nada de esto es nuevo, en otras palabras.

    En estos tiempos de “pensar rápido” más que “pensar despacio” (Daniel Kahneman) y de creciente inversión en la manipulación política de las emociones, puede parecer fácil responder al por qué y al cómo normalizamos la epidemia (también se ha normalizado afirmar que las respuestas -especialmente en las redes digitales y muchos medios de comunicación- son fáciles u obvias, justo para evitar el razonamiento pausado).

    Nuestro trabajo desde la coalición es en sentido contrario: nos toca “pensar despacio”, esto es, descifrar la complejidad detrás de lo que aquí llamo actitud pasiva y que el día de mañana, desde una perspectiva muti y transdisciplinaria, llamaremos seguramente de otra u otras maneras.

    No sabemos todo lo que está en juego en el silencio masivo ante la tasa homicida incomparable en la que vivimos, pero creo que podemos afirmar que, de no subir el switch de la condena social, la continuidad de la epidemia está asegurada.

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    @ErnestoLPV
    Animal Politico / @Pajaropolitico

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