El hábito del Micromanagement

DUEÑEZ* EMPRESARIA
    Presidente y Socio Fundador de CEDEM. / c_dumois@cedem.com.mx / http://www.cedem.com.mx
    Cuando la empresa es joven y relativamente pequeña, el fundador generalmente interviene en muchas tareas en toda la empresa. A este empresario que concentra las decisiones y el poder le hemos llamado siempre empresario solar. Él es el centro del sistema, y sus habilidades determinan gran parte de los caminos estratégicos que se van creando.

    Los buenos hábitos pueden volverse disfuncionales. Cambiarlos es luchar contra nuestra propia inercia.

    Si buscamos en Internet la palabra Micromanagement solo encontraremos críticas. Es raro ver opiniones positivas sobre esta conducta. Si me preguntan qué hemos visto a lo largo de los años, les diría que esta forma de manejar un negocio puede ser oportuna y efectiva en ciertas situaciones o nefasta en otras.

    Llamamos Micromanagement a la intervención de los altos dirigentes de una organización en el manejo operativo de la misma a nivel de los detalles del día a día en todas sus áreas funcionales.

    El Micromanagement, que podríamos llamarle en español microgestión, es el hábito directivo de meterse en las acciones y tareas concretas que les corresponden manejar a nuestros colaboradores. Parte de la sobre confianza que tenemos en nuestro conocimiento del negocio o de algunas partes de este.

    También esta práctica responde al hecho de no contar con directivos capaces de actuar con autonomía y resolver sus problemas o impulsar sus proyectos. Va acompañada de exceso de reuniones y comités dedicados a darle seguimiento a la operación, con temas que se presentan y revisan lejos de ámbitos estratégicos.

    Cuando la empresa es joven y relativamente pequeña, el fundador generalmente interviene en muchas tareas en toda la empresa. A este empresario que concentra las decisiones y el poder le hemos llamado siempre empresario solar. Él es el centro del sistema, y sus habilidades determinan gran parte de los caminos estratégicos que se van creando.

    A diferencia de muchos autores, nosotros creemos que el ser solar es una virtud en las primeras etapas de vida de la empresa. El Micromanagement en estas fases es una necesidad y una gran cualidad que le puede servir al emprendedor a manejarse con agilidad y con bajos gastos fijos.

    Pero cuando la empresa va creciendo, y su estructura se va haciendo más compleja, este estilo de dirección necesita evolucionar: creciente delegación, dedicación a quehaceres más estratégicos y, luego más adelante, a labores propias de la Dueñez, como la gestión visionaria y del talento, la creación de un sistema eficiente de gobierno, la sucesión a la siguiente generación.

    El líder solar no propicia la autonomía de sus colaboradores, ellos necesitan de él para avanzar y no toman la iniciativa sin su aprobación. Ellos temen tomar decisiones, pues él prefiere mantener todo bajo control.

    El crecimiento genera mayor complejidad organizacional y demanda la concurrencia de diferentes talentos para resolver problemas más enmarañados y tomar decisiones más complicadas. La labor del líder cada vez se centra más en facilitar el trabajo en equipo y fomentar la colaboración y la complementariedad.

    La inclinación natural del empresario solar es seguir interviniendo en toda la operación, procurando llegar a todas las jugadas. Esto lo aferra al Micromanagement, le impide aprender a dirigir y refrena su dedicación a quehaceres más estratégicos.

    Los efectos negativos de la microgestión en estas etapas provocan efectos negativos en la organización: daña la confianza y el espíritu de equipo, frena el crecimiento de colaboradores, se pierde gente talentosa, limita el aprovechamiento de oportunidades, se genera frustración y desaliento, entre otras cosas.

    Esta tendencia a seguir interviniendo en muchos detalles de la operación la hemos visto en muchas empresas en crecimiento, y también en grandes grupos familiares con compañías billonarias. No tiene límites.

    Abandonar el Micromanagement cuando nos estorba es retador. Exige mucho esfuerzo. Parte de reconocer que conduce a resultados pobres y descubrir cómo lo practicamos. La clave es aprender a confiar en nuestra gente, y dedicarnos a la dirección estratégica y al ejercicio de la Dueñez.

    Todo es cuestión de un cambio de hábitos. Olvidemos las revisiones continuas de pendientes y tareas, centrémonos en objetivos y misiones, empeñémonos en destinar nuestro tiempo a innovar y gobernar, ejercitémonos en la dirección con preguntas. Tenemos que aprender a abandonar aquellos hábitos que nos limitan.

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois

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