El don del razonamiento, sirvió para que la especie humana sintiera que poseía el poder sobre sus vecinos, y al igual que sucede con los políticos, el percibirse como la especie reinante e invencible, empezó su labor de zapa en contra de la flora y la fauna, acabando con millones de hectáreas de riqueza verde, con la vida de miles de animales y de corolario, contaminando el agua y el aire, con lo cual está cavando su propia tumba

    Y le entramos al primer tercio de este 2024 y hasta parece que fue ayer lo del recalentado, influyendo en los viejos, la percepción de que el tiempo pasa muy rápido, como consecuencia de que nos hacemos conscientes de que ya abordamos la plataforma de lanzamiento hacia el infinito; pero bueno, mientras haya vida, que reine el optimismo; el suficiente y necesario para que en esta época de campañas políticas nos imbuya del humor requerido para que se nos resbalen las sartas de mentiras que se aventarán los políticos que buscan la oportunidad de hacerse de una representación política que les asegure la pertenencia a las élites del Poder Legislativo o del círculo del Poder Ejecutivo, así como del Legislativo estatal y de las menos rendidoras, aunque nada despreciables, dentro del ámbito municipal.

    Venga pues la alegría para escuchar las falsas promesas de amor a la patria externadas por la clase política, pero también que el regocijo nos sirva para darle vigencia al Día Mundial de la Vida Silvestre, que se conmemora cada 3 de marzo, procurando hacernos conscientes del peligro de extinción en el que se encuentran muchas de las especies de la flora y la fauna. La conmemoración de la edición 2024 se desarrollará bajo el tema “El incalculable valor de la vida silvestre”.

    El portento de la creación le dio vida a la especie humana concebida con el don del razonamiento, acompañada por flora y fauna que le sirvieran de factor para su bienestar, desarrollo y trascendencia, lo cual resultó un plan fallido.

    El don del razonamiento, sirvió para que la especie humana sintiera que poseía el poder sobre sus vecinos, y al igual que sucede con los políticos, el percibirse como la especie reinante e invencible, empezó su labor de zapa en contra de la flora y la fauna, acabando con millones de hectáreas de riqueza verde, con la vida de miles de animales y de corolario, contaminando el agua y el aire, con lo cual está cavando su propia tumba.

    Tenemos el caso de la tala de bosques para darle el paso a la urbanización o para conseguir mayores superficies para uso agrícola, acciones que, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 1990 y 2020, a nivel mundial, ha acabado con 178 millones de hectáreas de bosques. Dentro de ese mismo período, en nuestro país, la FAO estima que se aniquilaron 5 millones de hectáreas.

    Por supuesto, la pérdida de riqueza verde debido a la tala irresponsable, a lo cual se agregan los cada vez más frecuentes incendios forestales, traen como consecuencia una menor incidencia de lluvias y el desplazamiento de la fauna, agregando que, en los desarrollos urbanos, los espacios verdes pierden la batalla ante el concreto y quedan muy lejos de conservar de un ideal de 16 metros cuadrados, un mínimo de nueve metros cuadrados de áreas verdes por habitante.

    Al igual que pasa con los paisanos que son desplazados de las áreas rurales por la fuerza de los violentos, el agotamiento de bosques y montes provoca que la fauna pierda sus espacios vitales y muchas de las especies menores, entre ellas, aves e insectos polinizadores tienden a su extinción, en lo cual, también incide el uso de insecticidas y pesticidas agrícolas.

    A la agresividad del paso de la urbanización para la existencia de la fauna, también se agrega la cacería no controlada, la captura de animales en extinción para su comercialización, así como la falta de respeto para las vedas terrestres y marinas que tienen como objetivo el desarrollo de las especies objetivo.

    El raciocinio, como don de la especie humana, no ha sido suficiente para entender que la conservación de la vida silvestre es de grado vital para nuestra supervivencia. ¡Buenos días!

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