Entre recuerdo y olvido

    rfonseca@noroeste.com / rodifo54@hotmail.com
    Quien padece Alzheimer vive en el presente, aunque lo viva como ausente, por su cerebro atrofiado. En el caso contrario, quien recuerda el olvido, vive en la desesperación de naufragar en las aguas del Leteo, porque ya partió la nave llamada Mnemosine. Recordar el olvido y olvidar el recuerdo son dos sentencias equidistantes.

    ¿Qué será más dramático, olvidar el recuerdo, o recordar el olvido? Quien padece Alzheimer vive en el presente, aunque lo viva como ausente, por su cerebro atrofiado. En el caso contrario, quien recuerda el olvido, vive en la desesperación de naufragar en las aguas del Leteo, porque ya partió la nave llamada Mnemosine. Recordar el olvido y olvidar el recuerdo son dos sentencias equidistantes.

    Sin embargo, concedámoslo, en ocasiones resulta benéfico el no recordar, porque sería volver a sufrir el agobio y sufrimiento del dolor padecido. Jorge Semprún, en su novela “La escritura o la vida”, narró su experiencia como sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald y colocó un inquietante texto de Maurice Blanchot como epígrafe: “Quien pretenda recordar, ha de entregarse al olvido, a ese peligro que es el olvido absoluto y a ese hermoso azar en el que se transforma, entonces, el recuerdo”.

    Es imposible recordar absolutamente todo, no podemos recargar nuestra mente con profusión de los detalles y minucias de la vida. Empero, tampoco debemos renunciar a los recuerdos, porque sin memoria no hay identidad y viviríamos en la perpetua oscuridad del olvido, como dijo Hannah Arendt: “la memoria da profundidad a la existencia”. Asimismo, en el prólogo de la obra póstuma de Gabriel García Márquez, “En agosto nos vemos”, escrito por sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha, citan unas palabras del Nobel colombiano: “La memoria es a la vez mi materia prima y mi herramienta. Sin ella no hay nada”.

    El filósofo Tzvetan Todorov afirmó que no todo hecho es digno de ser recordado, pues algunos tienen nefastas consecuencias: “No es la memoria, es decir el recuerdo del pasado, lo que debe ser sagrado, sino los valores que podamos sacar de él”.

    ¿Olvido el recuerdo? ¿Recuerdo el olvido?

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