Exhibicionismo emocional

    Estamos padeciendo una ‘bulimia emocional, pues acumulamos y acumulamos experiencias para vomitarlas ipso facto en las redes sociales, sin dar tiempo al organismo para extraer sus nutrientes’.

    Todos deseamos construir una personalidad sólida y exitosa; queremos descollar y triunfar en la vida. Sin embargo, en incontables ocasiones hacemos gala de lo que no poseemos, promovemos aquello de lo que carecemos y anunciamos con bombo y platillo lo que no somos.

    Para eso sirven mucho las redes sociales, pues en ellas alardeamos los supuestos éxitos y peldaños que ascendemos, o magnificamos las emociones, cariños y afectos que no profesamos. A estas desaforadas ansias de mostrar nuestras apetencias, logros y triunfos se le puede calificar como “exhibicionismo emocional”, según indicó José Carlos Ruiz, en su libro Filosofía ante el desánimo. Pensamiento crítico para construir una personalidad sólida.

    El filósofo español señaló: “No basta con conocerse a uno mismo, también hay que mostrarlo, exhibir nuestro mundo, narrar nuestros logros, contar nuestros anhelos, publicar nuestros sentimientos, hacer gala de nuestras opiniones, exponer nuestras creaciones, subir nuestras fotografías, compartir nuestras reflexiones”.

    El problema estriba en que requerimos mostrar una personalidad exitosa, lo cual está muchas veces alejada de la realidad. “A partir de ese momento ponemos todo nuestro empeño, atención, dedicación, ilusión... en fusionarnos con ella, sometiéndonos a un proceso contra natura que termina pasando factura”, alertó.

    Ruiz mencionó que estamos padeciendo una “bulimia emocional, pues acumulamos y acumulamos experiencias para vomitarlas ipso facto en las redes sociales, sin dar tiempo al organismo para extraer sus nutrientes”.

    Precisó que inflamos el volumen de nuestro ego generando suficientes endorfinas al contaminar la aldea virtual con nuestras publicaciones. Empero, “en la soledad de nuestra intimidad, sufrimos la náusea y el vértigo del vacío, de la decepción y del desánimo porque intuimos lo artificial del proceso. Por mucho que queramos evadirnos usando los mecanismos de entretenimiento, en el fondo somos conscientes de que nos estamos dopando”.

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