Ladrones de esperanza

    El sugestivo rol de pequeños líderes, poder y dinero fácil que se proporciona a los adolescentes mediante el narco y la delincuencia organizada, dificulta su opción por otras alternativas y estilo de vida. Si añadimos a esta seducción el obnubilante brillo de una política en que se busca absolutamente el poder por el poder, incluso con el asesinato, en detrimento de la generosidad, trabajo y servicio en favor del pueblo, seremos testigos del destructor coctel que se prepara.

    Ayer hablamos del ideal de convertirnos en peregrinos de esperanza con la firme convicción de trabajar por un mundo mejor. Sin embargo, no podemos ser ilusos y cerrar los ojos a la realidad que vivimos, puesto que somos testigos de cómo se engancha y desilusiona a los jóvenes para robarles su futuro y arrebatarles la esperanza.

    El sugestivo rol de pequeños líderes, poder y dinero fácil que se proporciona a los adolescentes mediante el narco y la delincuencia organizada, dificulta su opción por otras alternativas y estilo de vida. Si añadimos a esta seducción el obnubilante brillo de una política en que se busca absolutamente el poder por el poder, incluso con el asesinato, en detrimento de la generosidad, trabajo y servicio en favor del pueblo, seremos testigos del destructor coctel que se prepara.

    La espiral de violencia que nos asfixia es otro esencial factor que diluye los tibios propósitos que puedan albergar los jóvenes en su virginal corazón, como señaló el papa Francisco:

    “Todavía hoy se repite la triste historia que narra la Sagrada Escritura del primer fratricidio de Caín contra su hermano Abel (cf. Gén 4, 8). Esta trágica historia conserva su relevancia cuando un ser humano levanta la mano para golpear a otro, como sucede en las múltiples formas de odio y abuso que hieren al hombre y que a veces bañan de sangre las calles de nuestros barrios y ciudades”.

    Esta realidad puede disuadir a los jóvenes y frustrar sus buenos deseos e ilusiones, como corroboró Bergoglio; “os insto, jóvenes, rostro hermoso y claro de esta tierra: no os dejéis robar la esperanza, cultivad altos ideales y construid un futuro diferente con manos no manchadas de sangre sino de trabajo honesto, sin ceder a compromisos fáciles pero ilusorios”.

    ¿Hurto la esperanza?

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    rfonseca@noroeste.com

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