Reforma política en Sinaloa

    La legitimidad, en las democracias, se gana en las urnas, pero se mantiene en el cumplimiento de la ley, el orden social y el respeto a las fuerzas políticas contrarias que compiten, pero no triunfan. Es decir, mantener viva la pluralidad de ideas y la diferencia de opinión de los que no piensan como los que gobiernan, bajo el elemental derecho a disentir.

    Cada proceso electoral nos da la posibilidad de replantear nuestro modelo de representación política, la forma en la que elegimos a nuestras autoridades y los alcances de los votos que depositamos en las urnas. La democracia es un sistema imperfecto que tiene la posibilidad de perfeccionarse desde dentro. Nuestro sistema político y las reglas de nuestros procesos electorales no permanecen estáticos, son cambiantes conforme a la exigencia social en búsqueda de la representación legítima de los intereses públicos que son igualmente cambiantes.

    La legitimidad es un término fundamental para la democracia, forma parte de la Teoría del Estado en la Ciencia Política porque justifica la obediencia y subordinación de los individuos al orden del Estado y su expresión gubernamental, sin necesidad de recurrir a la amenaza o la violencia. Es interesante saber que la legitimidad, en las democracias, se gana en las urnas, pero se mantiene en el cumplimiento de la ley, el orden social y el respeto a las fuerzas políticas contrarias que compiten, pero no triunfan. Es decir, mantener viva la pluralidad de ideas y la diferencia de opinión de los que no piensan como los que gobiernan, bajo el elemental derecho a disentir.

    Cuando el ejercicio del poder traspasa los límites y rompe los equilibrios en los elementos fundamentales del Estado y sus instituciones, se corre el riesgo de una transgresión a los principios democráticos, asomando por consecuencia escenarios de inestabilidad política y riesgos severos de provocar el colapso del orden social.

    Visto desde los procesos de cambio institucional para mejorar las condiciones de representación política de las y los ciudadanos, dos opciones están desde hace años en la agenda de las reformas electorales para Sinaloa. El primero se refiere a un modelo de elección de regidores por demarcaciones territoriales y el segundo, al acceso de diputados locales de representación proporcional como resultado de los mejores segundos lugares en la votación de los distritos uninominales.

    En Sinaloa, los ciudadanos se quejan de la baja productividad de los regidores, hay poco conocimiento de sus funciones y labores, son representantes populares que deberían tener mayores alcances en sus cargos. En México, existen otras maneras de conformar los cabildos, que logran representaciones más directas y verdaderos contrapesos para el ejercicio de la función gubernamental municipal. Los regidores por territorios o demarcaciones son parte fundamental en la agenda de una reforma política para Sinaloa.

    De la misma forma, premiar con escaños de representación proporcional a los candidatos y las candidatas a diputadas más votadas en los distritos electorales que no tuvieron los votos suficientes para entrar por el principio de mayoría relativa, es un aliciente de competitividad y de participación ciudadana. Bajo este principio, 8 de los 16 diputados plurinominales que actualmente conforman las listas de partido, podrían ser electos por el principio de “mejor perdedor” o “mayor votación de segundo lugar”. En términos de representación política, este sería un incentivo para la sana competencia democrática y la representación plural de la oposición. Dando oportunidad a la legítima representación de los más votados.

    Las reformas político electorales requieren la aprobación de los partidos políticos, todo cambio en el orden Constitucional que trastoca la vida pública estatal no nace de la nada, ni aparece como un microbio espontáneo. Se sustenta en base social de apoyo, y ciudadanía que desde múltiples trincheras apuesta por cambiar las reglas del juego. Sin participación ciudadana y movilización social, el voto de la mujer no hubiera sido posible, el corporativismo del voto sindical prevaleciera, y jamás hubiera nacido un órgano electoral autónomo. La participación de candidaturas independientes, la representación de grupos vulnerables y la paridad de género en las boletas y los gobiernos jamás se hubieran logrado si la semilla en forma de idea, no hubiera sido sembrada. En Sinaloa merecemos que se discutan con seriedad ideas que mejoren la representación democrática de las y los ciudadanos. Luego le seguimos...

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    jesusrojasriver@gmail.com

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