Urge atajar el armamentismo en Sinaloa
¿Un gatillo para cada ciudadano? Eso no

OBSERVATORIO
    ¿Qué debe y puede hacer el Gobernador Rubén Rocha Moya y su aparato de seguridad pública frente al fenómeno violento encubierto detrás de la fiesta de adiós a la Noche Vieja? Les corresponde a los sistemas de inteligencia policial y militar la tarea de diseñar métodos eficaces y legítimos para desarmar a civiles, yendo más allá de las campañas de donación voluntaria de armas de fuego que son de escaso efecto menguante más no respuestas potencialmente solucionadoras del problema.

    alexsicairos@hotmail.com

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    Alarmante y amenazante, la posesión ilegal de armas de fuego en la población civil que se manifestó en ciudades y zonas rurales de Sinaloa en la recepción del año 2023 les demanda a las estrategias para la seguridad pública el reto de establecer el más avanzado programa para la incautación de tales artefactos y municiones, paso siguiente en las acciones federales y estatal para la pacificación. El crecimiento de los arsenales en manos de particulares significa la posibilidad de mayor violencia.

    Todavía no existe la capacidad institucional para determinar cuántas pistolas y rifles ni de qué calibres fueron detonadas en los primeros minutos del 1 de enero o para colmo de males hasta media hora antes según los reportes que se recibieron en el 911, la línea de pedido de auxilio que solamente en Culiacán registró 35 llamadas en el lapso que comprende de las 11 de la noche del 31 de diciembre a las 3:55 del primer día del 2023.

    Sin embargo, el número de denuncias o de disparos sale sobrando porque la autenticidad del plomo lanzado al cielo, y que regresó en forma de tragedias, le quita cualquier posibilidad a que los gobiernos estatal y municipales puedan refutar lo que la ráfaga gritó y violentó en núcleos poblacionales, contraponiendo los datos de menos homicidios dolosos con los de mayor armamentismo funcional que de un momento a otro revertirá los logros obtenidos en abatimiento de delitos de alto impacto.

    ¿Qué debe y puede hacer el Gobernador Rubén Rocha Moya y su aparato de seguridad pública frente al fenómeno violento encubierto detrás de la fiesta de adiós a la Noche Vieja? Les corresponde a los sistemas de inteligencia policial y militar la tarea de diseñar métodos eficaces y legítimos para desarmar a civiles, yendo más allá de las campañas de donación voluntaria de armas de fuego que son de escaso efecto menguante más no respuestas potencialmente solucionadoras del problema.

    La confiscación de armas de fuego de tenencia irregular es de alta prioridad, implementación permanente, resultados a largo plazo y uso de tecnología que evite en lo más posible allanar domicilios sin tener la certeza que en éstos hay dispositivos y bastimentos letales. Ya se ha realizado en años anteriores (con las Bases Operativas Mixtas Urbanas y Suburbanas, por ejemplo) detectando y asegurando arsenales.

    La gente procede a armarse cuando desconfía de la voluntad o efectividad policiaca para proteger vidas y bienes. A veces una medida adoptada para la defensa personal-familiar vira vertiginosamente al uso arbitrario de los pertrechos bélicos pues se acude a éstos al menor motivo. Para saldar rencillas con el vecino, allanar el tránsito automovilístico y peatonal en la vía pública, zanjar mediante la fuerza cuestiones de tipo consuetudinario, o darle gusto al dedo al disponer de gatillos en celebraciones o exaltaciones.

    El naciente 2023 no dejó lugar a dudas de que un sector importante de sinaloenses dispone de armas de fuego y está dispuesto a usarlas. En la mayoría de las colonias y rancherías de Culiacán hubo muchos que no solo testificaron sino que participaron en la costumbre de darle vuelo al gatillo sin importar los patrullajes, retenes, exhortos y sanciones desplegados para inhibir el peligroso rito de dispararle al cielo con plena conciencia de que algunos de los proyectiles bajarán para acabar con vidas humanas.

    El problema es que, al no existir responsables materiales directos de estos homicidios, los sinaloenses entramos en condición de presuntos culpables intelectuales por la omisión y apatía que le permite al Gobierno darle continuidad a esa ausencia de ley y voluntad para aplicarla que refrenda los ciclos celebrativos donde del disparo segmentado de las armas con sentido lúdico pasamos todos a pagar a las consecuencias de muertos y heridos que nos duelen, nos arredran y muy pronto nos insensibilizan.

    Así ha sido siempre: del azoro que nos causan las balaceras en los primeros minutos del año los sinaloenses, igual que las autoridades, pasamos a la normalización de este modo de barbarie durante 365 días, esperando la próxima víspera del trueno que avisa del colapso de la civilidad y la paz. Jamás nos han sido suficientes los niños alcanzados por balas perdidas, (Jared, de 5 años cuya vida resultó truncada, y Alan, de 7 años quien vivirá llevando en su cuerpo el plomo que lo marcó en la madrugada salvaje), para estructurar ciudadanos y Gobierno un alto a la ráfaga de los insensatos.

    Ya sea que le hayamos entrado o nos resistamos a ser parte de la legión de los “dedos locos” que cargan en la conciencia el peso de no saber si uno de sus disparos fue el que le arruinó la existencia al prójimo, de cualquier manera la corresponsabilidad nos alcanza, por negligencia o por aguardar resignados a convertirnos en la siguiente víctima.

    Reverso

    ¿Por qué le disparas al cielo?

    ¿Acaso para asesinar a Dios?

    ¿O matarlo por desconsuelo

    Al lacerar de sus ángeles a dos?

    Movilidad sin tragedias

    El propósito de reducir en 2023 los accidentes de tránsito que en 2022 dejaron más fallecimientos que los derivadas de homicidios dolosos (660 del tipo culposo contra 494 asesinatos con armas de fuego), reto planteado por el Gobernador Rubén Rocha Moya al seno del Consejo Estatal de Seguridad Pública, reclama de la mayor coordinación de esfuerzos institucionales, inversión pública y participación ciudadana por el tamaño del desafío que, sí se puede lograr, a través de la voluntad articulada que los anteriores gobiernos no han querido alcanzar. Vamos intentándolo ahora, antes que nos atropelle todavía más la realidad trágica.

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