Los recuerdos

EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA

    La sola vista de aquel rostro surcado por los trazos del tiempo hace revivir un pasado, ya envuelto con lo ropajes de la nostalgia, la imagen proyectada empieza a borrar sus marcas, impresas por el caminar del tiempo, pasado y presente se conjugan mutuamente y antiguos sentimientos regresan a su punto original.

    La vida propia es convertida en nuestra vida y el mundo externo en nuestro propio mundo, experiencias entrando en el cauce del vivir, el triunfo o la derrota serán ahora un lastre o un impulso inspirador de sentimientos.

    Órbitas etéreas circulan en constante devenir, construyendo la espiral del tiempo, es el “otro yo” extendido, cuya estela proyecta una cercana lejanía, siempre presente. Huellas indelebles, en el sendero del espacio-tiempo, revelan un continuo e interminable peregrinaje, en un punto de partida originado, pero dirigido hacia la meta de la eternidad.

    La arista del encuentro ha dado origen a la convivencia mutua, encuentro compartido, mezcla e intercambio de mutuos sentimientos, desde la diferencia personal, se hace posible participar de una misma creación, del ser criatura y de un mismo Creador.

    El tesoro acumulado se expone, con el solo abrir el arcón de la vida vivida, con el esplendor matizado en sentimientos de tonalidad nostálgica.

    Un hombre sin pasado, solo sería vana oquedad, un estado de presente, sin impulso hacia el futuro. Las trágicas experiencias, los percances dolorosos, heridas ubicadas en un punto y lugar del tiempo, trofeos ahora son exhibidas en las vitrinas de la vida, para ser perenne satisfacción.

    Una feliz niñez, convertida ahora en edad adulta, ha comprimido el pasado y el presente, por un misterio diseminado en el espacio etéreo, con puntos resplandecientes, que dan forma al “otro yo” interno, denominado con un término común: Los recuerdos.

    Presente, que una vez fue, hoy pasado es, devenir en la sucesión de los momentos, pero en la maravillosa caja de resonancia llamada memoria, donde se almacena la suma total de la existencia, el pasado siempre presente será.

    El tu y el yo, atrapados en una decolorada historia, reviven al contacto de añejos objetos antiguos, engarzados en la experiencia compartida, convirtiendo en común, lo personal, las, ahora, ausencias no impiden el mutuo compartir ¡Se ha penetrado en el indeleble mundo de la eternidad!

    Los objetos, indiferentes y comunes, adquieren el mágico don de la resurrección, dan vida a un pasado, remoto ya, permitiendo convivir, una vez más, con quienes una vez vivieron y haciendo del tiempo pasado, un tiempo que nunca se fue.

    El tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo, sucesiones continuas, encerradas en el hecho de existir, ha dado vida a la materia inerte, al hacerla copartícipe de nuestra propia vida, dejando atrás su indiferente existir haciéndose parte de un mundo en donde habita la llamada raza humana.

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