La noche cae encima y me degüella,
pierdo al destino,
extravío mis ojos,
trata de hacerme al lado,
y esas cosas que se van
como badajo de campana que no suena
me atoran la conciencia y me reprimen.
Siluetas en espejos son mis muertos
flotantes en el tiempo,
sin descanso,
sin paz,
lloran en sigilo,
cruje la madera,
chirrían los grillos
que alertan al silencio.
Sus almas sin almarios
vagabundan por las noches,
despellejan rencores,
sumergidas en dolor
esperan a alguien
que cumpla sus mandatos.
No lamento,
no saco garras que no tengo,
fiel soy a valores inculcados,
aunque la noche caiga encima y me degüelle,
dejo la avaricia a aquellos
que no conocen pizca de templanza.
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