Día de las Madres, resignificado en nuestras páginas

    Si antes el toque triste del Día de las Madres era la cobertura de los panteones llenos de gente que llevaba flores a sus mamás fallecidas, ahora ya eso se ve lejano, la actualidad nos golpea: ahora debemos reflejar la tristeza que significa que una mamá que debía estar festejando con su familia en su casa o en algún restaurante, lo haga con pala y pico en mano moviendo la tierra en un terreno de la periferia de la ciudad con la esperanza terrible de encontrar aunque sea un resto de algún ser querido.

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    Antes, años atrás, en las páginas del periódico era común ver historias felices de mamás con las que hacíamos alusión a la festividad del Día de las Madres. Aún las publicamos, aún existen, pero poco a poco, en años recientes, en estos días de mayo se nos cuelan historias tristes, trágicas y dolorosas.

    No es que las hayamos buscado, llegaron solas, el contexto de nuestro estado y nuestro País las trajo a nuestras páginas, es imposible no verlas, no sentirlas, no escucharlas: son las madres de los desaparecidos, las que buscan sus hijos, las que la violencia les arrebató no solo la tranquilidad sino un pedazo de sí mismas.

    Por eso, en los últimos años, es una dualidad sin fin el contar historias de mamás. Sí seguimos contando las historias positivas, las de éxito, de alegría, pero no podemos evitar que las historias de tinte negativo de una madre buscando a su hijo.

    Y no solo son las historias que nosotros buscamos, sino que el propio Día de las Madres, el 10 de mayo, ahora no solo damos cobertura a los restaurantes llenos celebrando a las mamás, ahora destinamos gran parte de nuestro día a cubrir las marchas, las protestas, las manifestaciones de las madres de los desaparecidos.

    Incluso acompañamos a los colectivos de madres rastreadoras en las búsquedas en campo que hacen ese día específico.

    Si antes el toque triste del Día de las Madres era la cobertura de los panteones llenos de gente que llevaba flores a sus mamás fallecidas, ahora ya eso se ve lejano, la actualidad nos golpea: ahora debemos reflejar la tristeza que significa que una mamá que debía estar festejando con su familia en su casa o en algún restaurante, lo haga con pala y pico en mano moviendo la tierra en un terreno de la periferia de la ciudad con la esperanza terrible de encontrar aunque sea un resto de algún ser querido.

    Y no es que seamos pesimistas, ni que solo veamos lo negativo, como muchas veces nos acusan, pero es nuestra obligación dar ese golpe de realidad, tratar de hacer conciencia en por lo menos dar acompañamiento a estas mujeres, a estas madres buscadoras.

    Desde su origen como colectivos de búsqueda, y ya desde antes con casos aislados, en Noroeste hemos tratado de darle voz e imagen a este fenómeno doloroso de las desapariciones, de las madres rastreadoras.

    Y en mayo este tema se vuelve más visible, pero no por eso menos doloroso.

    Con artículos de opinión, notas, reportajes, fotos, cifras, tratamos de reflejar una y otra vez este calvario de miles de madres mexicanas.

    Como medio responsable no le damos la espalda a esta realidad y mucho menos a esas madres que tocando puerta por puerta de las autoridades, y escarbando en la tierra en busca de restos humanos, han dado un nuevo significado al Día de las Madres en México y por supuesto en Sinaloa.

    No es una disculpa la que ofrecemos, pero sí una explicación a por qué una de nuestras ediciones más festivas, la del Día de las Madres, pasó en nuestras páginas y plataformas a ser una de las más tristes, y es que no es nuestra intención agobiar a nuestros lectores en esa fecha especial, pero sí lo es el concientizar y remover nuestra indignación ante la lacerante situación de las desapariciones en el estado y en el País.

    Visibilizar amenazas

    Otra de las obligaciones que tenemos como medio es el alertar de situaciones de riesgo, de peligro potencial, y este fin de semana tocó el caso de las amenazas que ha estado recibiendo en redes sociales la chica que resultó electa como Reina del Mar de las Cabras, en Escuinapa.

    Más que una simple polémica, como las que suelen surgir en este tipo de certámenes, vimos el caso como un llamado de alerta por el riesgo que implica para una persona particular que repentinamente se convirtió en una persona pública por un certamen de belleza.

    De hecho, contrario a lo que hacemos en el no replicar mensajes de violencia, sobre todo en el caso de mensajes del crimen organizado a través de mantas, recados y otras vías, en este caso sí reproducimos textual el mensaje de amenaza, sobre todo porque hace alusión a algo muy delicado, que es el caso de la recién fallecida Reina de la Ciruela, de Agua Caliente de Gárate.

    Creemos firmemente que este tipo de situaciones se deben visibilizar lo más que se pueda para alertar las autoridades y corporaciones, y ojalá podamos ayudar a disminuir el riesgo en el que se podría encontrar la jovencita.

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