Hablar de desaparecidos

    A los gobiernos y a los gobernantes no les gusta que se hablen de las cosas que consideran malas, pero no han hecho nada para resolverlo y frente a sus ojos, las crisis de las desapariciones se han ido agravando.

    Hay que hablar de los desaparecidos porque nadie más lo estará haciendo por ellos, más que sus deudos.

    Hay que hablarlo, porque solo así permite entender la magnitud del problema que se vive en México y la importancia de que se incorpore, de manera seria, en las políticas públicas del País.

    Hay que hablar de quienes aún no han sido localizados, para recordar a las autoridades que tienen aún una tarea, de tantas pendientes, por resolver.

    Y hablarlo porque se trata de un problema real dentro de la inseguridad que vive el País y ocultarlo y minimizarlo no hará que esta crisis que se ha extendido por años y por sexenios, desaparezca.

    A los gobiernos y a los gobernantes no les gusta que se hable de las estadísticas que muestran un saldo negativo y aunque no lo quieran, en las desapariciones es donde no han cumplido.

    A los gobiernos y a los gobernantes les gustaría que no se hablara de ello, aunque de lado dejen a familias enteras esperando que se haga justicia por sus desaparecidos.

    A los gobiernos y a los gobernantes no les gusta que se hablen de las cosas que consideran malas, pero no han hecho nada para resolverlo y frente a sus ojos, las crisis de las desapariciones se han ido agravando.

    Y es que ellos, asumen que hablar del problema, exponerlo, dimensionarlo, revisarlo y alertarlo, se resume en una condena, cuando este fenómeno va más allá de eso.

    Hablar de las desapariciones en México permite conocer y actuar en consecuencia, permite entender una problemática que aqueja a miles de familias en el País y ayuda, de manera colectiva, a intentar encontrar soluciones.

    El próximo año viene un nuevo proceso electoral que cubrirá todo el País y es momento de que quienes aspiren a un cargo, entiendan cuál es la dimensiones de la crisis de desaparecidos en México y se comprometan a impulsar políticas públicas que ayuden a saldar el duelo de sus deudos.

    México, junto con su gente y con sus políticos, no puede seguir ignorando una crisis que avanza y crece sigilosa. Necesita hablarlo, para entenderlo, para afrontarlo, para resolverlo.

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