Si algo a veces resulta complicado abordar con las autoridades es detectar y definir qué hace falta para que las condiciones de seguridad mejoren en una comunidad.
Para muchos de ellos, lo urgente es que se les reconozca al menos una porción de la mejora en algún indicador, y no las deficiencias que se tienen para una garantía plena de espacios seguros para todo.
Estudios tras estudios muestran, por ejemplo en el caso de Sinaloa, la urgencia que se tiene de contar con más elementos profesionalizados, con equipamiento adecuado y transporte ideal, para que desarrollen las tareas de seguridad que se necesitan en el Estado.
Y en realidad es poco lo que se ha avanzado en ese diagnóstico, ya sea por una razón u otra, mientras que se siguen viviendo entornos violentos en algunos puntos de la entidad.
Y sí, para muchos resulta interesante poner por delante las cifras que muestran que el número de víctimas de la violencia es menor al de hace un año, o dos, o cinco. Y eso ya es suficiente para cantar victoria.
Pero no voltean a los lados, donde esos diagnósticos que muestran las deficiencias en los cuerpos de seguridad siguen hablando de las deficiencias y sí, aunque menos, también siguen registrándose víctimas de la violencia y la inseguridad en Sinaloa.
Tal vez nunca ocurra, pero a veces es urgente hacer un alto en el camino y mostrar disposición para encontrar otra ruta, al menos la de atender algo que podría resultar más rápido, como el de mejorar lo que se tiene al alcance, como los cuerpos de seguridad y la procuración de justicia.
Pero la urgencia está en otro lado y mientras no se detengan un poco, sea la autoridad que sea, los problemas de inseguridad seguirán presentándose y las violencias seguirán siendo objeto de estudio, de análisis y de críticas de la autoridad en turno.
Qué bueno que haya avances, por mínimo que sean, pero podría haber más si tan solo se detuvieran un poco a revisar lo hecho y lo que hace falta. Aún hay tiempo.
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