A pesar de que las alarmas se hacen más frecuentes, el tema del medio ambiente parece estar más lejos de las políticas públicas, sobre todo si se trata de un proceso electoral como el que actualmente se vive en México.
Y por una parte podría entenderse porque siempre se anteponen otras necesidades al cuidado que se debe hacer de los recursos naturales, no sólo para evitar que desaparezcan, sino que se mantengan disponibles.
Pero por esa misma razón, la de anteponer otras necesidades clasificándolas como más importantes, es que el deterioro de los recursos se está acelerando y no hay políticas públicas que ayuden a frenarlo.
Y en medio de las campañas electorales, quienes aspiran a algún cargo de elección popular hablan pocos de las estrategias que se buscan para la conservación de los recursos naturales.
Sí, hay discursos en los que se hablan de generalidades, pero no de compromisos concretos para la administración de los recursos como el agua potable, la generación eléctrica, el manejo adecuado de los residuos.
Y ese debería ser el siguiente paso. Cuántas de las promesas que hacen en torno al medio ambiente realmente se pretenden convertir en leyes que obliguen a impulsar un cambio en la cultura de los mexicanos con los recursos naturales.
Si bien la crisis ambiental es una crisis de carácter global, se requieren de acciones locales y esas se podrán concretar siempre y cuando haya una voluntad política para llevarlas a cabo, desde leyes que establezcan lineamientos hasta presupuestos para ejecutarlos.
Seguir hablando de la preocupación y las aspiraciones en los discursos de campaña no llevará a ningún lado y se mantendrá el camino del deterioro que ya tiene efectos en todo.
Seguro quienes están en las contiendas seguirán con su misma línea de propuestas que no llevan, como hasta ahora, a ningún lado. Corresponde a los ciudadanos tomar conciencia y empezar a exigir compromisos claros con el futuro que compete a todos.
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