@rodolfodiazf
Juan Crisóstomo fue elegido obispo de Constantinopla en el año 397. Se distinguió por sus grandes dotes oratorias, de manera que fue apodado “Crisóstomo”, que quiere decir boca de oro.
Sus virtudes no se agotaron con la predicación, sino que exhortó con el ejemplo y con la reforma de las costumbres que exigía al clero y a los fieles, lo que le acarreó muchos enemigos y probar el destierro.
Citaremos algunos fragmentos de sus homilías sobre el Evangelio de Mateo, donde insiste en no preocuparse demasiado por adornar el templo material si se descuidan las necesidades de los pobres, que son templo real de Cristo.
“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemples desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez… El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.
“No digo esto con objeto de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones y aun por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres… os exhorto a que sintáis mayor preocupación por el hermano necesitado que por el adorno del templo.
“¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre?... ¿Quieres hacer ofrenda de vasos de oro y no eres capaz de dar un vaso de agua? Y, ¿de qué serviría recubrir el altar con lienzos bordados de oro, cuando niegas al mismo Señor el vestido necesario para cubrir su desnudez? ¿Qué ganas con ello?”
¿Protejo y adorno el verdadero templo?
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