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"COLUMNA"

"¿Amarillismo?"

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18/05/2017

    Carlos Elizondo Mayer-Serra

    “Puro amarillismo”, es una crítica fácil a cualquier medio de comunicación hoy. Entiendo el cansancio de la población con tantas historias de sanguinaria violencia. Uno ya no quiere saber de otra noticia de una matanza en algún lugar del país. Es natural querer voltear para otro lado. La violencia se va alojando en nuestra mente y nos genera angustia.

    Sin embargo, a los medios de comunicación se les puede acusar de lo opuesto: de todas aquellas historias que no reportan. Hay muchos medios, sobre todo locales, que no abordan ya los horrores de su localidad por miedo a represalias de los criminales. Este año van 6 periodistas asesinados, el último, Javier Valdez, fue acribillado el lunes en Culiacán. Otros se reservan algunas historias de espanto para no cansar más a un público harto ya de tanta sangre. Finalmente está la presión del gobierno federal. Éste prefiere una nota donde se inaugura una carretera, no la de los asaltos en las carreteras llenas de baches inauguradas hace años. 

    Con un nivel de asesinatos no muy distinto al actual, en el año 2011 varios medios de comunicación traían en primera plana la cantidad de ejecutados por semana o mes. Ya no lo hacen. Ciudad Juárez no habría sido foco de la atención del gobierno federal si no hubiera sido por la constante presión de los medios, lo cual llevó a una acción concertada de los tres niveles de gobierno y la sociedad civil que permitió poder enfrentar la violencia desbordada de esa ciudad.

    Como lo hemos visto en Puebla con las mafias organizadas para robar combustible, y que han logrado el apoyo de la población para sostener su próspero negocio, problema que no se atiende no hace más que crecer y luego es más difícil de enfrentar. El trabajo en materia de seguridad es tedioso, por cada logro hay decenas de fracasos. La lección que aprendieron los políticos del sexenio de Felipe Calderón es que patear la pelota es mejor idea que atender el problema. Quien se involucra se hace responsable del mismo. Calderón es, para casi todos, el culpable del brutal incremento de la violencia en su sexenio. Los datos parecen justificar este argumento. El crimen repunta a partir del 2007. 

    Se pierde de vista, sin embargo, que cuando un grupo criminal controla un territorio, la violencia baja. Ya no hay pleitos entre bandas y su hegemonía permite incluso, por lo menos en una primera instancia, proteger a la población de otros delincuentes. Cuando la Familia Michoacana desplazó a los Zetas, le prometió a la sociedad que ya no sufrirían la violencia desbordada de ese grupo criminal. La victoria de La Familia pacificó el estado, aunque muy pronto empezó a tratar de suplir al gobierno, desde cobrar impuestos a través de la extorsión, o “dar” permisos para exportación de hierro. El entonces gobernador de Michoacán Lázaro Cárdenas Batel quedó sitiado en el Palacio de Gobierno. Cárdenas le pidió ayuda a Fox para enfrentar a un grupo criminal con más poder de fuego que las policías locales. Fox debe haber respondido, “¿y yo por qué?”. Calderón decidió apoyarlo. En una primera instancia la violencia disminuyó, luego repuntó. El territorio entró nuevamente en disputa. 

    La mayoría de los gobernadores prefieren culpar al gobierno federal de sus problemas que invertir en la construcción de instituciones en materia de seguridad fuertes y autónomas. Éstas cuestan dinero y para que funcionen deben de dejar de ser instrumentos de control político del propio gobernador. En las pocas ocasiones que se llegan a crear, como la Fuerza Civil en Nuevo León, no suelen sobrevivir el cambio de gobierno.

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