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"Opinión"

"Ante grandes males..."

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28/04/2017

    Rafael Morgan Ríos

    Durante muchos años se consideró que la producción y venta del petróleo era la solución para los problemas económicos de México y que el petróleo duraría toda la vida. ¿Quién no recuerda la frase aquella de “hay que aprender a administrar la riqueza”? Los ingresos petroleros llegaron a ser el 40 por ciento del presupuesto federal y alrededor del 10 por ciento del Producto Interno Bruto. Pues bien, o no aprendimos a manejar la riqueza energética o la insaciable corrupción y la ineficiencia drenaron los recursos a tal grado, que se incrementó la pobreza a niveles insoportables y se obligó a muchos ciudadanos a buscar otras salidas como el narcotráfico, con las consecuencias que actualmente se sufren de una delincuencia, organizada o no, que casi constituye un estado dentro del Estado. Finalmente, la producción y exportación de petróleo bajó a casi al 50 por ciento de lo que se obtenía en los mejores tiempos, con el agravante de que ahora México se convirtió en importador de gasolinas y los ingresos petroleros son menos del 20 por ciento del presupuesto federal.
    Ante estos grandes males... hubo necesidad de buscar alternativas de ingresos públicos y se encontraron recursos en una reforma fiscal que integró a los llamados “repecos”, o sea causantes que pagaban impuestos muy limitados con base en una cuota fija; así se integraron más de dos millones de causantes a través de lo cual se están obteniendo ingresos adicionales. Además se aplicó el Impuesto Especial (IEPS) a las ventas de gasolina, gas y diésel, todo lo cual permitió al gobierno sustituir los ingresos petroleros perdidos, pero todo a cargo del ciudadano y poco, muy poco, a cargo del gobierno.
    En la misma forma, el País estaba tranquilo con la operación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que impulsó la industrialización, principalmente de productos para exportación, que permitió al País un superávit comercial de más de 60 mil millones de dólares. Pero ahora, el Presidente Trump ha puesto en entredicho este acuerdo comercial y por lo tanto, las exportaciones no sólo comerciales, sino también las agroindustriales y hasta las remesas están en riesgo, cuando menos de disminuir sustancialmente, afectando los ingresos del País.
    Ante estos grandes males... los exportadores mexicanos están a la búsqueda de otros mercados como el de China, Japón, Europa y América del Sur. Además, gracias a la devaluación del peso, se ha incrementado sustancialmente el turismo y se han generado remanentes cambiarios en el Banco de México por la revaluación de las reservas internacionales en dólares, remanentes que han reforzado las finanzas públicas en cerca de 500 mil millones de pesos. Los ingresos en pesos de todas las exportaciones y remesas en dólares han sido mayores para los exportadores y las familias de los mexicanos.
    Una enfermedad crónica de la economía mexicana es la informalidad de la minieconomía. Son millones los negocios de sobrevivencia, ya sea de tipo “caseros” o los que sólo tienen de uno a tres empleados, que no pagan impuestos ni Seguro Social ni otorgan derechos a sus empleados que ganan cuando mucho dos salarios mínimos. Esta economía informal que ya constituye el 50 por ciento del total del empleo y de la economía, ha sido una gran válvula de escape ante el desempleo en la economía formal que, por cierto, en este año 2017, el desempleo descendió a un histórico 3.2 por ciento, pero más de 7 millones de personas ganan apenas un salario mínimo y más de 13 millones de mexicanos ganan hasta dos salarios mínimos, o sea que el 40 por ciento de la Población Económicamente Activa gana menos de dos salarios mínimos.
    Ante estos grandes males... se optó por incrementar el salario mínimo en mayor proporción a como se acostumbraba, pues se consideraba que el aumento al salario incrementaba la inflación. Primero se eliminaron las regiones homologándose el salario con la “región A” y luego el incremento en este año fue mayor que la inflación; tal vez estos aumentos en pesos y centavos sigue siendo muy poco, pero una de las consecuencias fue que se incrementó el consumo interno en la economía, factor este que todos los economistas recomiendan para un desarrollo económico más sano. Durante 2016 se llegó a tener una inflación récord de menos de 3 por ciento, lo que se aprovechó para que los incrementos en los salarios se absorbieran sin problemas inflacionarios, si bien, en este 2017 ya repercutió también la devaluación del peso que encareció la producción industrial y comercial, provocando finalmente una inflación de más de 5 por ciento.
    Lo dicho: Ante grandes males, México y los mexicanos han tenido que buscar soluciones donde parecía que no las había.
     

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