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"Dueñez*Empresaria"

"Aplicaciones de la inteligencia artificial"

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DUEÑEZ* EMPRESARIA

    Usaremos mejor la Inteligencia Artificial si sabemos programar una computadora.
    Hoy se discute sobre el tema de si ya tenemos la inteligencia artificial (IA) o si sólo tenemos sistemas expertos a los que por diversas razones se les llama IA. Es más cómodo y elegante hablar de IA que de sistemas expertos. Se trata de una cuestión terminológica sin importancia. Sea de ello lo que fuere, yo hablaré de IA. Hoy quiero hablar de sus recientes aplicaciones.
    Muchas empresas han empezado a usar “machine learning” (aprendizaje de máquinas), y también “deep learning” (aprendizaje profundo de esas máquinas), como herramientas para automatizar procesos decisorios; y además han empezado a explorar avances de IA como medios de transformación digital.
    Ya en artículos anteriores mencioné algunas aplicaciones de la IA que están creando valor hoy en organizaciones líderes: servicio personalizado a clientes, retención y lealtad de clientes, contratación de personal adecuado, automatización financiera, medición de la exposición de marca, detección de fraudes, mantenimiento predictivo, agilización de cadenas de suministro, y otras.
    A corto plazo estará la planeación de carreras y el desarrollo de personas. Los drones y satélites ayudarán en el análisis y manejo de anaqueles en tiendas, etcétera. Las aplicaciones de la IA podrán ayudar a rediseñar procesos de negocio de principio a fin, aunque hoy muchas todavía nos parezcan remotas e inalcanzables.
    Algo tremendo es que hoy ya no sabemos bien cuál es la línea divisoria entre el talento humano y la fuerza bruta de las computadoras. De otra parte sabemos que la pereza intelectual –una de las peores– tiende a justificarse a sí misma casi con cualquier pretexto. ¿Para qué preocuparse tanto por ejercer el rol de dueño si la IA ya lo hace todo? Y así, los empresarios tienden a padecer el deterioro de su Dueñez.
    Voy a usar una analogía referente al desarrollo de las personas, en concreto al aprendizaje de las Matemáticas en alumnos de educación elemental y media. Se han dado dos extremos inadecuados: que los alumnos usen para todo sus calculadoras y ya no aprendan a dividir, etcétera, porque sus calculadoras lo hacen, como por arte de magia; o que se les prohiba el uso de calculadoras para que no dejen de aprender a dividir, etcétera.
    La solución es que usen calculadoras científicas elementalmente programables, y que hagan un programa que multiplique sin usar la tecla de multiplicar; y luego otro que divida sin usar la tecla de dividir, y así con muchas de las funciones matemáticas. Entonces ya sabrán bien lo que es multiplicar, dividir, etcétera, y podrán usar a fondo sus calculadoras sin deterioro pedagógico. Y lo mejor será que ya sabrán lo que es programar, sea una calculadora programable o una computadora, y que no hay nada de magia en ello. Y conocerán la línea divisoria entre el talento humano y la fuerza bruta de las máquinas.
    Si hoy, debido al desarrollo digital, ya no sabemos bien cuál sea esa línea divisoria, la pereza intelectual puede tener un magnífico pretexto para autojustificarse. La IA podrá ser para los empresarios lo que las calculadoras para lo niños. ¡Y adiós Dueñez! Pero claro, habrá líderes empresariales que superen su pereza intelectual, y ésos nos superarán también a nosotros y nos sacarán del mercado.
    Siguiendo la analogía, la solución es que los empresarios y sus colaboradores aprendan a programar, aunque sea computadoras elementales, para que sepan lo que es programar y que no hay magia alguna en la IA, y sepan usarla bien –¡super Dueñez!–, como los niños que programan sus calculadoras.
    Aprender a programar es hoy un aprendizaje que todos deben lograr, en especial los empresarios, aunque sea con algún lenguaje elemental, como BASIC. Siempre se podrán hacer sencillos y breves programas que nos ayuden en lo muy personal, y que por lo mismo no se consiguen en el mercado.
    La IA hará que el talento humano se desarrolle hoy enormemente. Ya vendrán nuevas épocas en que otras cosas impulsen el talento humano. La IA podrá llegar a desaparecer; el talento humano… ¡nunca!
     

    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.

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