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"La Nueva Nao"

"Así que hoy es el debate"

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LA NUEVA NAO
21/04/2018

    El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China
     
     
     
    Pues de modo que hoy por la noche vamos a ver (o no) el primer debate presidencial, que básicamente será un show para mover las emociones de la gente. No que tenga nada de malo en sí mismo, pero deberíamos acercarnos al evento de esa forma. Habiendo seguido en las semanas recientes los dimes y diretes que sabemos que son inherentes a cualquier campaña —que no es muy diferente a lo que hacen los concursantes de un reality show por expulsar a los otros de la casa y quedarse al último con la esperanza de lograr un jugoso contrato— recordé una frase. 
    Se le atribuye, quizá de manera apócrifa, a Mark Hanna, un magnate estadounidense de finales del Siglo 19 que fue prácticamente el inventor de lo que conocernos como las modernas campañas presidenciales. Se dice que dijo, “tras estar en la vida pública suficiente tiempo, cualquiera debería de saber que no le debe nada al público”. Esto es, si llegas ahí es por tu esfuerzo y porque pudiste usar tus habilidades para convencer/timar a suficientes personas. Pero te lo ganaste, y ahora lo puedes disfrutar.
    Y en segundo lugar me acordé de una historia china, que como ya sabemos los chinos para todo tienen alguna anécdota que viene a cuento. En este caso, es acerca de la inutilidad de ciertos debates:
    Un día llegó un hombre a la residencia de Confucio y encontró a uno de sus alumnos barriendo el jardín. El hombre dijo, ‘Quiero hacerte una pregunta, si me la contestas te haré una reverencia, pero si te equivocas, tú me harás la reverencia a mí’. El alumno de Confucio aceptó y el hombre dijo, ‘¿Cuántas estaciones tiene el año?’ El alumno, satisfecho, dijo, ‘Cuatro por supuesto’. El extraño exclamó, ‘¡Ah, te has equivocado! ¡El año tiene sólo tres estaciones!’ Ambos se enfrascaron en una discusión acalorada y finalmente el hombre que defendía las tres estaciones dijo, ‘Preguntemos a tu maestro’, a lo que el alumno accedió de inmediato.
    Cuando llegaron ante Confucio, éste les escuchó con atención y al final dijo, ‘El año tiene tres estaciones’. Su alumno, confundido, no tuvo más que aceptar la respuesta e hizo una reverencia al extraño que, muy contento, por fin se retiró. Tras perderlo de vista, el alumno se volvió a Confucio y preguntó, ‘Maestro, ¿cómo es que dices que hay tres estaciones en el año en lugar de cuatro?’ Confucio dijo, ‘¿Cómo es que te enfrascas en una discusión inútil como esa?’
     

    El lector dirá si conoce a gente que en este momento se encuentra en ese estado de inhabilidad para argumentar.

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