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"Opinión"

"Blades o Bleids"

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18/05/2018

    Joel Díaz Fonseca

    En una de sus tantísimas presentaciones por todo el mundo, el cantante y actor Rubén Blades hizo una curiosa explicación sobre su apellido: que es quizá el único que tiene dos maneras de pronunciarse, Blades en español y Bleids en inglés.
     
    No soy fan del panameño, pero me gustan muchas de sus canciones, y creo que como actor se ha desenvuelto bastante bien en Hollywood, por eso considero que la manera en que ha reaccionado al incidente ocurrido en un hotel de Veracruz, donde él y su equipo sufrieron un robo, es digna de reconocimiento.
     
    Cantante y actor de fama internacional, sorprende su sencillez, sin dobleces, pese a la ambivalente pronunciación de su apellido. Cualquier otro personaje de su estatura habría armado un escándalo y habría dicho pestes contra nuestro país, pero él, a pesar de la gravedad del hecho, lo tomó con una gran madurez.
     
    Para empezar, buscó que el incidente no trascendiera al público, esperando que el hotel les diera una respuesta satisfactoria, pero este, sin embargo, ha buscado en todo momento evadir su evidente responsabilidad.
     
    Incluso Blades considera una grave imprudencia que el hotel y las propias autoridades que investigan el incidente, hayan permitido que esto, que debió tratarse con discreción, se hiciera público.
     
    En un documento en el que reitera que el hecho delictivo de que fueron víctimas no merma el cariño y el respeto que tiene por nuestro País, Blades deja en claro que el hotel, al entregar la llave de la habitación sin pedir ninguna identificación al autor del robo, es responsable y no puede, o no debe, hacer como si nada hubiera pasado.
     
    “Hasta el momento los representantes del grupo hotelero continúan dándole largas al asunto”, acusó, “entre otras cosas exigiendo al perjudicado una serie de acciones, según ellos necesarias, antes de presentar ante la compañía de seguros el reclamo correspondiente por el hurto”.
     
    Casi al final de su declaración advierte contundente:
     
    “Como encargado de turismo en Panamá por cinco años, no logro comprender por qué el hotel y sus dueños, amén de las autoridades correspondientes, no manejaron el asunto de manera privada y eficiente y han permitido que se hiciera público, con el efecto negativo que esto puede tener para su imagen.
     
    “Me resulta increíble que por una cantidad que puede ser resarcida con facilidad, hayan preferido tratar el asunto de otra manera que puede traer consecuencias negativas hacia el hotel, hacia un área turística y hacia la propia imagen del país”.
     
    “Lamento”, concluye Blades, “que ahora se haya creado un problema de relaciones públicas que afecta a muchos y que no va a ser resuelto tratando de ignorar lo ocurrido, u ofreciendo excusas que no rinden el propósito justo: que se devuelva lo hurtado”.
     
    Lamentablemente son muchas las empresas en México que reaccionan como la gerencia del hotel al que acusa Blades, tratan a las víctimas de robo o de pérdida de pertenencias como si ellos fueran los negligentes, o como si se hubieran autorrobado. Victimizan a las víctimas.
     
    Resalta en torno a esto, el deslinde que hace Blades del incidente en el hotel de Veracruz respecto de todo lo que lo une e identifica con México.
     
    Es difícil hacer una disociación de un hecho que nos lastima o nos irrita –un robo lo es--, con todo lo bueno y agradable que haya habido antes de que ocurriera eso que nos contrarió.
     
    Cuando ocurre algo que nos saca de nuestras casillas no vemos todo lo bueno que había antes de que eso ocurriera, y estallamos. Casi hasta pedimos la pena de muerte para la persona o personas que osaron lastimarnos u ofendernos.
     
    Nos olvidamos del gran ejemplo de Jesús, quien desde lo alto de su grandísima humildad no tuvo ningún reparo en perdonar a quienes lo acusaron, lo laceraron física y verbalmente, y lo crucificaron. “Perdónalos”, dijo a su padre.
     
    No es fácil perdonar, sobre todo cuando median una ofensa o un daño graves, pero como miembros del género humano estamos obligados a hacerlo.
     
    En la década de los setenta del siglo pasado fue ampliamente difundido el poema Desiderata, atribuido a Max Ehrmann, un abogado y poeta estadounidense, que habla precisamente de esto:
     
    “En cuanto te sea posible y sin rendirte, mantén buenas relaciones con todas las personas. Enuncia tu verdad de una manera serena y clara, y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia”.
     
    Qué nos cuesta reaccionar siempre así, con serenidad y madurez, como ha hecho Rubén Blades.
     
     

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