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"Opinión"

"Botiquín ciudadano para los Peñainformes"

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    El video que acompaña al Cuarto Informe de Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto abre con una epifanía inédita: “En la vida de las personas y de los países pasan cosas buenas y malas. Así como hay alegrías y satisfacciones, también nos toca enfrentar situaciones adversas o dolorosas. Pero son justo, las cosas buenas, las que construyen, las que le dan sentido a nuestra vida, a nuestro trabajo y a nuestro esfuerzo como País. Es cierto, en México enfrentamos retos complejos y momento difíciles. Desde luego tenemos que enfrentar lo que no está bien y seguir siendo críticos, es parte de nuestra democracia…”. ¡Woooow, wow y recontrawoooow!
    Y para que esta revelación, que a partir de ahora nos permitirá comprender el México de hoy, no resulte insuficiente, los asesores presidenciales se aseguraron de que las pepitas de oro no dejaran de brillar. En lugar del “mea culpa” utilizado el año pasado, esta vez, Peña Nieto prefirió dar un giro antropológico a su minimensaje para invitarnos a seguir abrazando los valores de la mexicanidad. El exhorto pretendió que siguiéramos siendo “alegres, unidos y luchones”, a que vivamos “la vida con actitud”, a ser “echados pa’ adelante y siempre listos para lo que venga. Eso nos distingue en el mundo”.
     
    Y ya con el teleprompter en marcha, el mensaje de poco más de tres minutos, cerró con el recuento de más de 10 historias de vida que proyectan “todo lo bueno que nos sucede”, pero que, desafortunadamente, “pocas veces se cuenta”. Probablemente sin pretenderlo, Peña Nieto empleó el formato trillado de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Fidel Castro para hablar de la transformación social que generan las dádivas gubernamentales: becas alimenticias y educativas, apoyos al empresariado, la asignación de viviendas a madres solteras, la concesión de obras a ingenieros civiles, la formalización del empleo obrero, el acceso a una quimioterapia, el apoyo económico a investigadores, militares, policías, paramédicos…
     
    Las historias de éxito del imaginario Peñanietista, más que claras, a mí me parecen crípticas, indescifrables, imposibles de entender, si nos atenemos al cierre de su mensaje: “Las cosas buenas nos permiten ver hacia adelante con certeza y determinación. Y ese ánimo positivo es el que nos da la fuerza y energía para seguir cambiando lo que debemos cambiar”. ¿Alguien podría explicarme la manera en que el optimismo al que nos invita el Presidente puede contrarrestar los males que aquejan a nuestra sociedad? ¿Qué horizonte de plenitud se vislumbra para los más de 50 millones de pobres que viven en el País? ¿De dónde, si no es desde el más profundo dolor, sacarán fuerzas las miles de familias para continuar en la búsqueda de sus desaparecidos? ¿Cómo pensar que la economía familiar habrá de mejorar cuando ya pululan las noticias que hablan de los incrementos a la gasolina, la electricidad y, por tanto, a todos los productos de la canasta básica? ¿Cómo mantener el “ánimo positivo” cuando en lugar de tener una estrategia para escapar de nuestra dependencia de los Estados Unidos seguimos temblando porque Donald Trump llegó a la presidencia?
    Es obvio que no soy el contrapeso de los mensajes de Peña Nieto; la realidad habla por sí misma. Por ello, si usted quiere conocer más a fondo el futuro prometido por el Presidente, no rehúya a adentrarse en las 727 páginas del Informe para que se entere un poco más de las vías que se utilizaron a lo largo de este último año de gestión para tener el México “en paz, incluyente, educado, próspero y con responsabilidad social” que ahí se cuenta.
     
    Ciertamente, los epígrafes del Informe son muy seductores y su prosa es clara, de ahí que no me sorprendería si alguien se lo lee de cabo a rabo (yo solo leí el “México incluyente”, y a vuelo de pájaro vi los de “Educación de calidad” y “México próspero”; pero basta que usted lea la presentación porque ahí está el resumen de todo).
     
    Uno de los más graves problemas de todas las maravillas que ahí narran es que la ciudadanía no las ve reflejadas en la cotidianidad; quiero pensar que los protagonistas de las historias de éxito sí palpan los progresos que en el texto se relatan. 20 historias de éxito son muy pocas para un país tan complejo y emproblemado como el nuestro; mucho menos son el reflejo de lo que vendrá en un futuro cercano, si tenemos en cuenta la serie de factores y condicionamientos exógenos que nos asechan. Me explico.
     
    La esperanza que teníamos de que Donald Trump fuera más trompa que manos, se esfumó con los primeros pasos que está dando para asumir su mandato. Sus acuerdos con algunas empresas estadounidenses vienen acompañados de una serie de estímulos y sanciones fiscales difícilmente desdeñables para el empresariado norteamericano. De igual forma, la designación de un gabinete gerontocrático- ultraconservador será la clave para asegurar que los beneficios del actual tratado comercial continúen quedando del lado estadounidense. Si a lo anterior sumamos la política migratoria que ya se deja entrever, nuestra dependencia con los Estados Unidos será mucho más difícil de sobrellevar.
     
    Y si al efecto Trump sumamos el precio internacional del petróleo, lo contraído de nuestra economía, la creciente informalidad laboral, la inflación que se avecina, la inequidad que hay en la distribución de los recursos públicos (piense usted en los bonos navideños de los diputados y senadores, el incremento presupuestal a la Cámara, a la Suprema Corte de Justicia, los recortes al Conacyt, etcétera) verá que, de nuevo, lo fáctico se impone al optimismo presidencial.
     
    ¿Podemos contrarrestar los efectos de los dos años de gestión peñanietista que aún nos quedan por disfrutar? Como lo mío no es el análisis de las vías emotivas, sino de las ciudadanas, les comparto 10 claves que, más que una receta, pretenden figurar como los artículos básicos que deben contenerse en un “botiquín ciudadano” del que podemos echar mano para sobrevivir hasta la llegada de la nueva/o presidente de la república:
    1. INFORMARSE de los problemas que nos afectan como sociedad, así como de aquellos factores que promueven su bienestar; 2. RESPETAR el marco legal y todas aquellas normativas que contribuyan a una convivencia pacífica y armónica; 3. DENUNCIAR todas aquellas acciones que atenten contra la dignidad humana, legalidad y la convivencia armónica; 4. PARTICIPAR en todos aquellos espacios donde podamos pensar, proponer, dialogar y acordar acciones que nos permitan construir una mejor sociedad; 5. EXIGIR a las autoridades que encabezan a las distintas instituciones de la sociedad (gobierno, empresas, asociaciones civiles) que actúen de manera honesta, respetuosa y responsable; 6. EVITAR prácticas de consumo que promuevan o acentúen la explotación y desigualdad humana o degraden el medio ambiente y que favorezcan a las economías extranjeras; 7. IMPLICARSE en dinámicas y proyectos promovidos por grupos de la sociedad civil que busquen mejorar nuestra vida; 8. PROMOVER acciones que alienten el respeto de los derechos humanos y las relaciones de justicia; 9. ABRAZAR una causa que impacte positivamente a nuestra sociedad; 10. ATREVERSE a conducirse tal como lo haría un ciudadano ejemplar.
     
    Como usted puede ver, las 10 acciones descritas no dependen del presidente electo de los Estados Unidos, Agustín Casterns, Peña Nieto, el muro de Trump, el precio del petróleo, la salida de Adela Micha de la barra noticiosa de Televisa o de atrapen a los ex gobernadores en fuga; todas estas acciones dependen de nosotros, de nuestra voluntad para ponerlas en marcha.
    Lo que se desprenda de ellas, como decía, servirá para sobrevivir a las pifias y fantasías que se relatan en el último Informe de nuestro siempre optimista y orgulloso presidente.
     
     

    @pabloayalae

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