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"Opinión"

"‘Buenas noches, y buena suerte’"

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20/03/2018

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaznoroeste.com

     

    Con la frase que encabeza este artículo se despedía, noche a noche, Edward R. Murrow en su programa de la CBS, See it now.

     

    Murrow fue pieza importante en la defensa de la libre expresión y los derechos de los ciudadanos en Estados Unidos durante el macartismo.

     

    El Senador Joseph McCarthy llevó a extremos inquisitoriales el sentimiento anticomunista que permeaba en amplios sectores de la sociedad y emprendió una “cacería de brujas” contra todo aquel de quien se sospechara que tuviera ideas pro comunistas o pro soviéticas.

     

    La industria del cine fue uno de los sectores que más sufrió las embestidas del Comité de actividades antiamericanas, encabezado por McCarthy.

     

    El 9 de marzo de 1954, en su programa televisivo, que tituló “Informe sobre el Senador McCarthy”, Murrow hizo una impecable defensa de la libertad de expresión y de los derechos consagrados por la constitución:

     

    Su principal logro ha sido el de confundir a la opinión pública, entre las amenazas del comunismo. No debemos confundir desacuerdo con deslealtad. Debemos recordar siempre que una acusación no es una prueba y que una condena depende de la evidencia y del debido proceso de la ley”.

     

    Fueron tiempos de miedo, de angustia para muchos ciudadanos que, por una persecución insana, perdieron todo lo que tenían.

     

    Hace cuatro años, en un diálogo con el actor Bryan Cranston, quien interpreta al escritor Dalton Trumbo en la película Trumbo, el actor Kirk Douglas, que también es interpretado en el filme por otro actor, expresó al respecto:

     

    Como actores es fácil para nosotros desempeñar el rol del héroe. Enfrentamos a los malos y defendemos la justicia. Pero en la vida real las cosas no son siempre tan claras. La lista negra de Hollywood, que recrea enérgicamente en la pantalla el film Trumbo, fue un tiempo que recuerdo bien. (…) Durante ese negro episodio tuve amigos que tuvieron que exiliarse porque nadie los contrataba; actores que, desesperados, se suicidaron. Mi joven co estrella en Detective story, Lee Grant, no pudo trabajar durante 12 años tras haberse negado a testificar contra su esposo ante el Comité de actividades anti americanas.

     

    Haber tratado de contratar para Espartaco a uno de los escritores incluidos en la Lista negra -mi amigo Dalton Trumbo- pudo marcarme como un amante de comunistas y poner fin a mi carrera. Pero hay momentos en que tiene uno que permanecer de pie y defender sus principios. Estoy orgulloso de mis compañeros actores que usaron su influencia pública para hablar contra la injusticia.

     

    A mis 98 años he aprendido una lección de la historia: Situaciones como esa se repiten muy a menudo. Confío en que Trumbo, un excelente film, hará que no olvidemos que la Lista negra fue una etapa terrible en nuestro país, para que nunca ocurra de nuevo”.

     

    No se equivoca Kirk Douglas, situaciones como ese negro momento en la historia de la Unión Americana se repiten. Justo ahora esa nación ha visto renacer la xenofobia que permaneció soterrada durante unas décadas. Cada vez se ven más manifestaciones de odio contra los inmigrantes, sobre todo si son de piel oscura.

     

    Pero Estados Unidos no es la única nación donde se atropellan los derechos humanos con la justificante de los gobiernos de que buscan el bien común.

     

    Es fácil que los gobiernos, que por sus propios yerros y abusos se han alejado de sus gobernados, cedan a la tentación de emprender “cacerías de brujas” y usar la fuerza del Estado para someter a quienes no se pliegan a sus caprichos.

     

    Como advirtió Kirk Douglas, el solo hecho de defender y apoyar a alguien acosado y perseguido injustamente, o de criticar los yerros y desviaciones de otros, lleva en automático a la descalificación, incluso a un ataque mediático, si no es que hasta físico, pero por cuestión de principios se debe permanecer de pie.

     

    Murrow lo dijo muy claramente. No se debe confundir desacuerdo con deslealtad, ni condenar sin evidencias y sin el debido proceso de la ley a nadie. Las actitudes macartistas solamente pueden prosperar si las sociedades lo permiten.

     

    Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas… a los socialdemócratas… a los sindicalistas… a los judíos… guardé silencio porque yo no era comunista… no era socialdemócrata… no era sindicalista… no era judío… Cuando vinieron por mí no había ya nadie que protestara”, escribió Martin Niemöeller.

     

    Si no protestamos por los abusos y atropellos de la autoridad contra cualquier persona, tarde o temprano nos pasará por encima.

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