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"Defensor del Lector"

"Buscar con humildad la verdad"

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    El martes 1 de mayo, fiesta de san José Obrero, el Papa Francisco se reunió con el personal del diario católico italiano "Avvenire". Citaremos algunos fragmentos de su discurso, en el que les recuerda el deber fundamental del periodista de buscar la verdad por encima de todo, tratando de omitir hasta donde sea posible el contenido confesional y colocando algunas cabecitas de descanso, para destacar y dar relevancia a la temática.
    "Queridos amigos de Avvenire:
    José es el hombre del silencio. A primera vista, podría incluso parecer la antítesis del comunicador. En realidad, solo apagando el ruido del mundo y nuestros mismos chismorreos es posible la escucha, que permanece como primera condición de toda comunicación.
    ¡Al fin y al cabo, del taller de Nazaret a la redacción de Avvenire, el paso no es tan grande!
    Nueva cultura 
    digital
    Ciertamente, en vuestra «caja de herramientas» hoy hay instrumentos tecnológicos que han modificado profundamente la profesión, y también la forma misma de sentir y pensar, de vivir y comunicar, de interpretarse y relacionarse. La cultura digital os ha pedido una reorganización del trabajo, junto con una disponibilidad todavía mayor a colaborar entre vosotros.
    Todo esto, probablemente, ya forma parte de vuestro compromiso cotidiano dentro de un desarrollo tecnológico que rediseña a nivel global la presencia de los medios, la posesión de la información y de la conciencia... Los medios de comunicación nos ofrecen potencialidades enormes para contribuir, con vuestro servicio pastoral, a la cultura del encuentro. Para enfocarse en esta misión, entramos un momento juntos en el taller de carpintería; volvemos a la escuela de San José, donde la comunicación está reconducida hacia la verdad, la belleza y el bien común.
    Cultura de la prisa 
    y superficialidad
    Como he tenido ocasión de observar, hoy «la velocidad con la que se suceden las informaciones supera nuestra capacidad de reflexión y de juicio, y no permite una expresión mesurada y correcta». También como Iglesia estamos expuestos al impacto y a la influencia de una cultura de la prisa y de la superficialidad: más que la experiencia, cuenta lo que es inmediato, está a mano y puede ser consumido enseguida; más que la comparación y la profundización, se corre el riesgo de exponerse a la pastoral del aplauso, a una nivelación del pensamiento, a una desorientación difundida de opiniones que no se encuentran.
    El carpintero de Nazaret nos recuerda la urgencia de reencontrar un sentido de sana lentitud, de calma y de paciencia. Con su silencio nos recuerda que todo ha empezado por la escucha, del trascender de sí mismos para abrirse a la palabra y a la historia del otro.
    El diálogo vence la sospecha y derrota el miedo. El diálogo pone en común, establece relaciones, desarrolla una cultura de la reciprocidad.
    La verdad 
    como línea editorial
    A su vez, queridos amigos de Avvenire, custodiad la herencia de los padres. No os canséis de buscar con humildad la verdad, a partir de la frecuentación habitual de la Buena Noticia del Evangelio. Que sea esta la línea editorial, a la que atar vuestra integridad: la profesión os reclama tales, tan alta es su dignidad. Tendréis, entonces, luz para el discernimiento y palabras verdaderas para recoger la realidad y llamarla por su nombre, evitando reducirla a una caricatura suya.
    Dejaos interrogar por lo que sucede. Escuchad, profundizad, debatid. Estad lejos de los rincones ciegos en los que debate quien presume de haber entendido ya todo. Contribuid a superar las contraposiciones estériles y dañinas. Con el testimonio de vuestro trabajo haceos compañeros de camino de quien se desgasta por la justicia y la paz.
    Que nadie 
    dicte su agenda
    Deseo que sepáis saber afinar y defender siempre esta mirada; superar la tentación de no ver, de alejar o excluir. Y os animo a no discriminar; a no considerar a nadie como excedente; a no conformaros con lo que todos ven. Que nadie dicte vuestra agenda menos los pobres, los últimos, los que sufren. No agrandéis las filas de los que corren a contar esa parte de realidad que ya está iluminada por los focos del mundo. Partid desde las periferias, conscientes de que no son el final, sino el inicio de la ciudad.
    Como advertía Pablo VI, los periódicos católicos no deben «dar cosas que impresionan o que hacen clientela. Nosotros debemos hacer el bien a los que nos escuchan, debemos educarles en pensar, juzgar». El comunicador católico... hace que la realidad nunca ceda el lugar a la apariencia, la belleza a la vulgaridad, la amistad social a la conflictividad. Cultiva y refuerza cada semilla de vida y de bien.
    Que las dificultades no os bloqueen: basta volver un momento al clima que hace 50 años envolvió la gestación del proyecto de Avvenire para recordar cuántas perplejidades y resistencias, cuántas desconfianzas y contrariedades trataron de frenar la voluntad de Pablo VI sobre el nacimiento de un periódico católico de carácter nacional.
    El testimonio es 
    garantía de fiabilidad
    Os animo a custodiar el espesor del presente; a rechazar la información de fácil consumo, que no compromete; a reconstruir los contextos y explicar las causas; a acercarse siempre a las personas con gran respeto; a apostar sobre las uniones que constituyen y refuerzan la comunidad. Nada como la misericordia crea cercanía, suscita actitudes de proximidad, favorece el encuentro y promueve una conciencia solidaria. Hacerse portadores es el camino para contribuir a la renovación de la sociedad en el signo del bien común, de la dignidad de cada uno y de la plena ciudadanía.
    Hay necesidad de dar voz a los valores encarnados en la memoria colectiva y a las reservas culturales y espirituales del pueblo... No tengáis miedo de estar implicados. Las palabras -las verdaderas- pesan: las sostiene solo quien las encarna en la vida. El testimonio, por otro lado, contribuye a vuestra misma fiabilidad. Un testimonio apasionado y alegre. Es el deseo final que os dirijo, haciendo mías una vez más las palabras del beato Pablo VI: «Es necesario el amor en la causa: si no se ama esta causa haremos poco, nos cansaremos en seguida, veremos las dificultades, veremos también diría los inconvenientes, las polémicas, las deudas [...]. Debemos tener un gran amor a la causa, decir que creemos en eso que estamos haciendo y queremos hacer».
     
     

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