"Canjear uniformes por votos. Ropa buena, educación mala"

A los padres de familia les agradó la noticia de que para el próximo ciclo escolar habrá uniformes escolares, dos por alumno, y útiles gratis, pero tal vez no les dé gusto saber que Sinaloa se encuentra reprobado en comprensión lectora y matemáticas o que la infraestructura educativa sufre daños que para repararlos se requieren casi 4 mil millones de pesos.

Es decir, los estudiantes acudirán bien vestidos a aulas deterioradas y serán atendidos por maestros inconformes a los cuales se les deben 470 millones de pesos en sueldos caídos, docentes que según datos del Índice de Crecimiento de la Responsabilidad Educativa el 50 por ciento de ellos no cumple con los criterios de idoneidad, lo que repercute en el aprendizaje en las aulas.

En 2017 al Gobernador Quirino Ordaz Coppel le valió bastantes críticas el hecho de declarar que el boquete financiero con el cual recibió la administración estatal impedía atender al cien por ciento el programa de uniformes y útiles escolares sin costo para los beneficiarios. Hoy afirma que a consecuencia del buen manejo de las finanzas, sí se podrá cumplir en el periodo lectivo 2018-19.

Uno de los más acérrimos oponente a que se dañara ese esquema de apoyos a alumnos y padres de familia del nivel básico fue el ex Diputado local panista Roberto Cruz Castro quien por cierto, al conocer que se implementará íntegro el siguiente ciclo escolar, reconoció el avance y lo catalogó como un logro ciudadano.

Visto como debe ser, con ojos de malicia, y aun cuando fuera conquista social o solidaridad auténtica con los favorecidos, la razón esencial tiene que ver con la estrategia del Partido Revolucionario Institucional y de Quirino Ordaz que le permita ganar los puestos de elección popular que en el ámbito local se disputarán el primero de julio.

El bajo costo político que se pagó en 2017 al recortar el programa contrasta con 2018 donde saldar una factura de tal índole es cuestión de gobernabilidad ya que equivale a ganar o perder la elección en la mayor parte de las presidencias municipales, pero sobre todo alcanzar o sacrificar la mayoría que el Gobernador necesita en el Congreso del Estado para transitar en paz por el segundo y más importante tramo. 

El proceso electoral pone al mandatario en una especie de emergencia política que igual lo coloca entre la espada de operar para la campaña de José Antonio Meade, que no prende, y la pared de sacar adelante victorias en la mayoría de distritos electorales locales, a contracorriente del voto de rechazo al PRI.

Resulta evidente que en vez de escolapios impecablemente vestidos, lo que necesita el Gobernador es el control político de la 63 Legislatura para concluir el paquete de reformas, estabilizar financieramente a Sinaloa, cerrar con cuentas públicas avaladas por el Congreso y preparar la continuidad priista en Gobierno del Estado. 

Para lograr tales propósitos ocupa votos y para inducir los sufragios necesarios precisa tener contentos a casi medio de millón de padres con hijos en escuelas del nivel básico. Cálculo político frío, que difiere con lo sustancial: es mejor impartir educación de calidad que tener alumnos con aprovechamientos y pedagogías deficientes pero, eso sí, bien uniformados.

Mientras pasa la votación del primer domingo de julio y en espera de la propuesta para rescatar de la mediocridad a la educación en Sinaloa, todos contentos: Gobernador, alumnos, padres de familia y defensores del asistencialismo ciego.

 

Re-verso

En educación, gobernador,

Deberá decir el informe,

Ahí vamos de mal en peor,

¡Pero qué tal el uniforme!

 

La silla vacía

La pregunta de ayer fue por qué Héctor Melesio Cuén Ojeda no acudió al debate entre los sinaloenses que aspiran al Senado, organizado por Grupo Radio Fórmula. Elemental: no lo estaban invitando a una sesión del Consejo Universitario de la UAS.