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"Opinión"

"Chedraoui y los cristianos de oriente"

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19/06/2017

    Roberto Blancarte

    El fallecimiento del Arzobispo Chedraoui, de la Iglesia católica apostólica ortodoxa de Antioquía, fue noticia la semana pasada, no porque ésta tenga peso en México, o porque a nuestro País le preocupe la situación de los cristianos en el Medio Oriente, sino porque el líder de dicha Iglesia era muy bueno para las relaciones públicas y se apoyaba en los grupos de empresarios mexicanos de origen libanés en dicha tarea. Era famoso por ser famoso. Sería un error, sin embargo, descartar por ello la importancia del cristianismo oriental, pues su relevancia histórica no puede desligarse de las complejas relaciones internacionales que se tejen en la zona y que tienen repercusiones en el resto del mundo.
    Vale entonces la pena recordar que el cristianismo nació y se desarrolló originalmente en esa parte del mundo que es la cuenca oriental del Mediterráneo. Muy cerca de Antioquía se encuentra Tarso, de donde provenía Saúl, luego conocido como San Pablo, el gran difusor del cristianismo. Y antes de que el obispado de Roma comenzara a disputar la primacía de la Iglesia, Antioquía, Alejandría y luego Constantinopla eran las sedes de los patriarcados más importantes. Basta darse una vuelta por la actual Turquía para conocer muchos de los sitios donde el cristianismo prosperó inicialmente.
    En realidad, desde la separación en el Siglo 4 del Imperio romano en dos partes (Occidente y Oriente) y dos culturas (la latina y la griega), el cristianismo también comenzó a estar dividido, no sólo por ritos distintos, sino por concepciones eclesiales y teológicas diversas. Cabe recordar además que las sedes episcopales eran completamente autónomas y su importancia variaría según el destino de los propios reinados.
    La Iglesia de Antioquía llegó a ser en ciertos momentos más importante incluso que Alejandría y Constantinopla, pero con la pérdida de control territorial de Bizancio sobre muchas de estas regiones, ante invasiones persas, árabes y turcas, su importancia y con ello el número de cristianos, disminuiría. Curiosamente, el Patriarcado ortodoxo que vendría a tomar el lugar de estas sedes, sería el de Moscú, que es el más poderoso en la actualidad, por encima de las de los Balcanes.
    En todas estas iglesias hay de todas maneras una constante: la cercanía con el poder político, del cual dependen. Quizás esto explica mejor la particular pastoral del Arzobispo Chedraoui.

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