|
"Opinión"

"Cierto olor a podrido"

""
17/10/2017

    Joel Díaz Fonseca

    jdiaz@noroeste.com

     

    Dudé un poco a la hora de escoger el título de este artículo. Pensé titularlo Cierto olor a rancio, pues el objetivo es comentar lo ocurrido el fin de semana en Mazatlán, donde se reunieron con varios cientos de jóvenes la cúpula nacional priista y los miembros del partido de entre quienes saldrá el candidato a la Presidencia de la República.

     

    Si bien la palabra rancio se aplica con frecuencia a una ascendencia de abolengo, se refiere también a lo que es viejo y se ha corrompido por el paso del tiempo. ¿No es lo que ha pasado con el partido en el poder?

     

    Todos los institutos políticos son prácticamente lo mismo, todos se han convertido en instrumentos de expoliación y de escarnio para la sociedad, en todos se han enquistado líderes manipuladores y cínicos, pero de todos sin duda el Revolucionario Institucional es el que despide un mayor hedor a podredumbre.

     

    Los dinosaurios del PRI recorren el País para reunirse con toda clase de interlocutores, como lo hicieron con los jóvenes el fin de semana en Mazatlán, mostrando que si bien su “músculo” ya no es tan poderoso, tiene aún la fuerza suficiente para encandilar y amedrentar.

    Aún retumban en las paredes del Centro de Convenciones las palabras del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmando ante los jóvenes que los errores de militantes no involucran a todos los cuadros del PRI: “Si uno u otro comete un error, eso no nos involucra a todos”.

     

    Cinismo puro, no son uno u otro, la historia lo demuestra: José López Portillo, Arturo Durazo Moreno, Óscar Flores Tapia, Rubén Figueroa Figueroa, Mario Marín, Rubén Moreira, Tomás Yarrington, Arturo Montiel, Fidel Herrera, Andrés Granier Melo, Javier Duarte, César Duarte, Eugenio Hernández, todos ex gobernadores priistas brutalmente enriquecidos en sus respectivos gobiernos. Y faltan muchos más.

    A ellos se suman decenas de líderes sindicales, podridos en dinero esquilmado a sus representados, además del amasado mediante sus negocios con y al amparo del poder. Carlos Romero Deschamps, Elba Ester Gordillo, Napoleón Gómez Urrutia, Martín Esparza Flores, Víctor Flores Morales, además de Joaquín Gamboa Pascoe y Joaquín Hernández Galicia, los dos últimos ya fallecidos.

    Y qué decir de dinosaurios voraces como el líder priista en el Senado, Emilio Gamboa Patrón; el coordinador de su bancada en la Cámara de Diputados, César Camacho Quiroz; el ex dirigente nacional del partido, Manlio Fabio Beltrones; y el actual presidente del CEN, Enrique Ochoa Reza, todos adalides de la corrupción y del cinismo.

     

    Justamente ayer fue trending topic el Senador Gamboa Patrón por haber utilizado un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana el domingo para ir a jugar golf con el Presidente Enrique Peña Nieto, en el Campo Militar Marte.

     

    El cinismo del Senador no tiene límites, se excusó diciendo que el Presidente lo convocó para analizar con él la renuncia del Procurador General de la República, Raúl Cervantes Ahumada, entre otros temas.

     

    ¿Acaso un asunto tan importante como la renuncia del Procurador general no debe tratarla antes el Presidente con el Gabinete de seguridad que con un senador, cualquiera que sea su representatividad?

     

    Esto no revela otra cosa que el sentido patrimonialista del poder. Los hombres del sistema hacen lo que les viene en gana, pisoteando las leyes.

     

    Por el tufo a podredumbre que emana de tan brutal corrupción es que opté por Cierto olor a podrido, que es a la vez el título de una novela del jesuita José Luis Martín Vigil, porque refleja de manera más cercana lo que se vio el viernes en el Centro de Convenciones.

    Desde el prólogo mismo el autor de la novela dispara con precisión. Establece que “es un libro para gentes formadas; para padres y madres, para educadores, sacerdotes, jueces, médicos, abogados…, para todos aquellos que de alguna manera, en su casa o fuera de ella, directa o indirectamente, tienen que dictaminar, mandar, aconsejar, decidir, opinar, irrumpir -rozar siquiera- en el delicado y complejo mundo de los jóvenes”.

     

    Pero, más especialmente”, agrega Martín Vigil, “para los que hablan de una manera y viven de otra, para los que mienten delante de sus hijos… para los que creen que pueden pasar por santos siendo pecadores, para los padres ciegos, para los padres ingenuos, para los padres hipócritas…”.

     

    Cierto olor a podrido es una certera crítica al cinismo, y el fin de semana flotó por los aires mazatlecos no solo un hedor a rancio, sino a hipocrecía.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!