"De blindajes"

Editorial

Algo ha pasado en México que las estrategias de seguridad no han funcionado. Desde funcionarios que se han coludido con el crimen hasta policías poco capacitados y esfuerzos mal orientados. Al final, es la sociedad la que ha terminado perdiendo.

Y es que muchas de las decisiones que se han tomado han sido más cosméticas que efectivas. Tratan de impresionar de que ahora tomará el mando policíaco un “General retirado” o un “Policía entrenado en Israel” para revestir de importancia una designación. O hablan de que los policías han sido equipados con nuevos uniformes para dignificarlos, como si eso fuera suficiente. O pregonan, como ahora se hace en Mazatlán, de llenar la ciudad de cámaras de videovigilancia para garantizar la ciudad.

¿Qué el propósito no tiene nada de malo? Claro que no, solo si esos esfuerzos fueran permanentes y no decorativos en un esfuerzo de mostrar a Mazatlán como lo que le ha faltado ser: es cierto que hay zonas relativamente seguras para los turistas, pero no hay que obviar que hay zonas de mucho riesgo para sus habitantes.

El Gobierno de Quirino Ordaz Coppel se ha empeñado, y ojalá lo mantenga, por vender a Mazatlán como un destino turístico competitivo, que merece más y por lo tanto se han canalizado millones de pesos para revestirlo a propósito del Tianguis Turístico próximo.

Lo malo, es que el argumento sea solo ese y no la gente a la que representa. Son los habitantes de este municipio los últimos considerados en estos beneficios y así es la intención de instalar 700 cámaras  para vigilar la ciudad cuando lleguen al puerto los mayoristas turísticos, inversionistas, hoteleros, líneas aéreas y agencias de viajes.

Vigilar una ciudad, sobre todo en Sinaloa, es algo que debe agradecerse, pero solo si ese objetivo va más allá del maquillaje que se le ha estado dando a Mazatlán, que puede ser más competitivo y más atractivo si son otras las formas de transformarlo.

El Tianguis Turístico de Mazatlán tiene que salir bien, ese es el propósito, pero la ciudad debe de quedar bien después de que termine y no regresar al olvido, como están otros municipios, donde o no hay estrategias de seguridad o han fracasado.