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"Opinión"

"De la solidaridad a la desconfianza"

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23/09/2017

    Cuauhtémoc Celaya Corella

    Me dijo un compañero universitario con respecto a la ayuda solidaria de la sociedad ante los desastres: “Que no voy a ayudar porque se roban lo que dono. Mira nomás”. Lo dijo con sorna porque con la solicitud hecha por órganos de gobierno, universidades y el gobierno mismo, hubo quienes expresaron tal sentencia. Y luego, el mismo docente en su cubículo lanzaba al aire la pregunta: ¿Y la obligación y responsabilidad como ciudadano, dónde queda? Y hacía una seña bajando el brazo, y volvía a su teclado para continuar revisando una tesis.
    Recorrí varios centros de acopio, y la verdad Inge, no se veía mucha ayuda para los damnificados del sismo del 7 se septiembre en Chiapas y Oaxaca. Los estados más pobres de México. Me hizo recordar a Virulo, el cantante cubano quien no tarda en regresar a Culiacán, y que canta en una de sus composiciones que no sabe por qué los ciclones y los temblores le dan a los más “jodidos”. Cabe ahora una pregunta: ¿Ha disminuido la solidaridad del mexicano? Y te digo enfáticamente Inge, que no lo creo. Lo que ha crecido es la desconfianza, y sobre todo si aparecen políticos y partidos como intermediarios entre los donadores y los necesitados.
    Hay personas que cuando en un súper pagan su cuenta, les preguntan si gustan donar para alguna organización, contestan que no, y luego dicen, que eso solo sirve para que el comercio en cuestión lo  done como aportación y reciban por ello un recibo deducible de impuestos. Aun así, con los que aportan se reúnen cantidades importantes. Algo en esto se ha manejado mal. Lo sabes Inge.
    Pero, cuando uno dice no, hay miles que dicen sí. Recuerdo cuando el sismo del 85, Plácido Domingo ofreció conciertos en donde lo que se generó en recursos, lo aportó para construcción de casas para damnificados. Loable gesto del tenor español. Pero el dinero, no lo entregó al gobierno, ni a partidos ni a políticos. Estableció un fideicomiso y la Universidad Anáhuac se encargó de administrarlo.
    Sin embargo, Inge, hay quienes no se “rajan” y a mi ver, este sismo abrió dentro de la tragedia, una rendija. Hijas predilectas de Oaxaca, cantantes populares de profesión, pusieron manos a la obra y convocaron a otras artistas a unirse en una cruzada que titularon Corazón Oaxaca. Lila Downs y Susana Harp sacaron la cara por ese golpeado y atrasado estado.
    No fueron los maestros rijosos de la CNTE, quienes echaron a perder muchos meses de aprendizaje de los niños oaxaqueños, no fueron los políticos que ese estado tiene en las cámaras legislativas, tampoco fueron quienes han explotado talando los bosques de la sierra Lacandona, ni fue el subcomandante Marcos, quienes emprendieron la acción para recaudar recursos y ayudar a poner de pie a Oaxaca. Ellos no están para servir a un pueblo en desgracia. Fueron dos cantantes populares que sin cobrar su trabajo, y apoyadas por compañeros de oficio, ofrecieron un concierto a 11 mil asistentes al teatro de la Guelaguetza que se localiza en un cerro, en la bella ciudad de Oaxaca.
    Un esfuerzo que de inmediato dejó recursos que se incrementarán con la aportación de una fundación comprometida con esa causa, para llevar alivio a quienes en minutos perdieron todo. De nuevo, es la sociedad civil la que le dice al poder del gobierno que mientas ellos piensan que migajas enviar, ellas con todo pundonor y con apoyo de grupos musicales y miembros del gremio, hicieron ya su trabajo. Un grano de arena pero de mucho valor, en donde no habrá manoteo, corrupción, preferencias, obtención de simpatías políticas  y otras cosas tan proclives de quienes aprovechan las tragedias para lavar el lodo que como costra tienen en sus rostros, derivados de sus corruptelas y abusos.
    Esos actos hacen que se piense que la solidaridad social no muere nunca y aleja la desconfianza que ha alimentado y nutrido tantas veces actos que desvían intereses políticos que lastiman a toda la sociedad, y que hacen estragos en las capas paupérrimas que transitan calles buscando en las sobras sociales su sustento. Oaxaca, Chiapas, estadísticamente en materia económica han sido pobres. Tierras de caciques, de riqueza que no la alcanza quien trabaja y la produce, que requiere volverse migrante en su propia tierra, indigente entre su propia gente, y que se auto expulsa buscando mendrugos para vivir.
    Pareciera que a ellos les está prohibido progresar. Gente de trabajo y de ideas, pero ajeno a los intereses de quienes les gobiernan. Atractivos para el turismo como recuerdo indígena de etnias que subsisten en un mundo moderno. Zandungas y Tehuanas, Triques, Mixes, Chinantecos, Huaves y Cuicatecos, todos aferrados a su orgullo y a su identidad, fueron sacudidos por 8.4 grados de un sismo que marcará el siglo del progreso y la tecnología.
    Debe ser un deseo nacional Inge, que el sismo que hoy tiene a dos estados en apuros, sea el piso que se requería, para que la nueva generación de políticos que gobierna comprendan la grandeza de la gente unida.

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