|
"La Vida de Acuerdo a Mí"

"Del acoso a la revolución"

""

    alessandra_santamaria@hotmail.com

    @Aless_SaLo

     

    La semana pasada, un grupo de amigas cercanas vivió una experiencia de acoso por parte de un grupo de compañeros de la universidad que considerábamos “decentes”. Estos hombres hicieron llamadas telefónicas, supuestamente en estado de ebriedad aunque sinceramente es irrelevante, a al menos cinco de mis amigos; a una de ella se le insultó por su peso en formas que no me interesa repetir, y a otra se le pidió fotos desnuda y se le hicieron comentarios altamente inapropiados y misóginos. Así mismo se acusó falsamente a una chica de mantener relaciones íntimas con las autoridades escolares.

     

    Como consecuencia, las afectadas reaccionaron de forma inmediata, y al oír su historia, varias estudiantes de otra generación que también habían sido víctimas de acoso sexual por parte de otro alumno de la institución y que nunca vieron justicia por parte de la escuela, colocaron una lona frente al plantel que exigía se castigara a los agresores (y no solo a los de este caso, si no todos los que año, tras año, desprestigian el nombre de nuestra carrera). Así mismo, las compañeras hicieron modificaciones hipotéticas pero ideales al vago reglamento escolar, y pasaron salón por salón a explicar su propuesta y a recolectar firmas para hacerla posible.

    A pesar de no haber formado parte directamente del colectivo, no podría estar más de acuerdo con su mensaje, sobre todo por lo que vivir la experiencia como testigo me dejó. Constantemente leemos sobre la manera en la que agresores buscan culpar a sus víctimas o cambian una y otra vez su versión sobre lo que realmente sucedió, todo con tal de nunca afrontar las consecuencias y admitir que sus acciones estuvieron mal, se le vea por donde se le vea.

     

    Solo fue una broma”; “No le hicimos daño a nadie”; “Están exagerando”. Y aún peor, al darse cuenta de que esta vez no nos quedaríamos calladas, se acusó a las acciones en respuesta a SU acoso de ser el tipo de “feminismo falso que daña la lucha”.

    ¿En qué sentido?, ¿En qué sentido nuestro “feminismo falso” daña la lucha en la que muy claramente buscamos una sociedad, y mínimo un espacio de estudios, donde podamos existir sin miedo a que nos acosen? Sin miedo a que nos manden fotografías y videos de genitales que nadie pidió; a que insulten  nuestros cuerpos; a que pretendan intimidarnos por hablar.

    Ahora solo resta ver si esta será simplemente otra de las historias que contamos entre chicas: “aquella vez que me pasó esto”, o finalmente provocaremos un cambio real.

     

    Se habla tanto de feminismo en teoría. No se ustedes lectores, pero esta es una de las pocas veces que lo veo frente a mí y lo reconozco como lo que siempre debería ser: una revolución.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!