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"Opinión"

"‘Delincuentes de cuello blanco’"

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03/01/2018

    Joel Díaz Fonseca

    El sociólogo y criminólogo norteamericano Edwin H. Sutherland creó en diciembre de 1939, en la reunión anual de la American Economic Society, celebrada en Filadelfia, el concepto de “delitos de cuello blanco”.
     
    Hasta antes de que presentara su teoría, según se asienta en el blog Ssociólogos, de agosto 14 de 2013, se creía que el mundo delincuencial era un ámbito vinculado únicamente con las clases bajas, con psicópatas y degenerados, o con delincuentes marcados por estigmas atávicos.
     
    Estamos iniciando 2018, año con el que concluye este que seguramente es el sexenio con los más altos índices de corrupción e impunidad, sobrepasando incluso a los gobiernos de López Portillo y Salinas de Gortari, los más emblemáticos sin duda.
     
    Si a nivel federal ha escandalizado el abuso del poder, a nivel estatal hemos visto un salvaje y brutal enriquecimiento de prácticamente todos los gobernadores.
     
    Por eso creo que debía levantarse un muro, mucho más largo y extenso que el que le quita el sueño a Donald Trump, para escribir en él los nombres de los saqueadores de los bienes de la Nación y los de los estados, así como los nombres de sus amigos y socios, enriquecidos al amparo del poder.
     
    Tendría que ser una pared gigantesca donde quepan los nombres de tantísimos saqueadores (presidentes de la República, gobernadores y alcaldes), en la que se señale quiénes han quedado impunes, incluso el monto de lo saqueado. Nos sorprendería realmente lo que veríamos ahí.
     
    Debería escribirse con letras grandes y en relieve: SAQUEADORES DE LA PATRIA, frase a la que seguiría la lista, interminable por supuesto, de tantísimos “delincuentes de cuello blanco”, en la que caben por igual los funcionarios corruptos y los empresarios que se han enriquecido de la mano de quienes detentan y han detentado el poder.
     
    “La delincuencia de cuello blanco en el mundo de los negocios”, se lee en el blog citado previamente, “se manifiesta sobre todo bajo la forma de manipulación de informes financieros de compañías; la falsa declaración de stocks de mercancías; los sobornos comerciales; la corrupción de funcionarios realizada directa o indirectamente para conseguir contratos y leyes favorables; la tergiversación de los anuncios y del arte de vender; los desfalcos y la malversación de fondos; las alteraciones de pesos y medidas; la mala clasificación de las mercancías; los fraudes fiscales; y la desviación de fondos realizada por funcionarios y consignatarios.
     
    Como advertía el criminólogo Sutherland, todos los “delincuentes de cuello blanco”, y los que yo llamaría “delincuentes de cuello de embudo”, que son nuestros sufridos servidores públicos, tienen estos rasgos característicos:
     
    Pertenencia a grupos socioeconómicos acomodados; prestigio social e influencia política; fácil acceso a los servicios de salud, educación superior, justicia, vivienda y medios de transporte propios, lo que les confiere un estatus que les provee impunidad a prueba de cualquier autoridad que persiga y combata el delito.
     
    Nuestro sistema político y nuestra forma de Gobierno se basan y se replican en la simulación. Desde que tengo uso de razón he visto que cuando el Gobierno dice y promete una cosa, hace siempre todo lo contrario. Siempre se debe esperar lo peor.
     
    Si dice que en aras de cumplir su compromiso con la justicia no dejará ningún delito sin perseguir, quiere decir que será más severo y más duro contra el ciudadano común que delinque, pero blando y consecuente con los “delincuentes de cuello blanco”. El servicio público ha sido tomado como la manera más fácil de enriquecerse sin ensuciarse las manos. ¿Cuándo han visto un funcionario público con las manos negras? Usan las leyes como los guantes con los que el ratón oculta la negrura de sus manos.
     
    Cuando el Gobierno dice que no habrá más impuestos, en realidad nos está dando entender que viene otra andanada fiscal. ¿Acaso no es lo que ocurre ahora con el incremento en los combustibles?
     
    El 4 de enero de 2015, el Presidente Enrique Peña Nieto festinó: “Gracias a la Reforma Hacendaria, por primera vez en cinco años ya no habrá incrementos mensuales a los precios de la gasolina, el diésel y el gas LP.
     
    Todavía a mediados de diciembre pasado el presidente sostuvo que no habría cambios abruptos en el precio de las gasolinas, ya que se proponía suavizar parcialmente los precios internacionales.
     
    Sin embargo, apenas amaneciendo el 2018 nos receta otro incremento a las gasolinas y el diesel. ¿Pues qué clase de suavizante usa?
     

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