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"Editorial"

"Desconfianza"

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22/02/2018

    Editorial

    ¿Es posible creer en un Gobierno que se ha visto inmerso en actos de corrupción, una y otra vez? Es difícil entregarle la confianza, cuando no ha habido voluntad para afrontarla. 

    Una y otra vez han quedado documentados los diferentes mecanismos que funcionarios del Gobierno federal han utilizado para el desvío de recursos públicos hacia propósitos no claros. La investigación La estafa maestra ha sido un ejemplo claro y detallado de ello. Y los resultados de las revisiones de la cuenta pública de la Auditoría Superior de la Federación lo han corroborado. 

    ¿Cómo entregar a los políticos que hoy toman las decisiones del País la confianza, cuando no han podido actuar contra la corrupción? Cuanto más se ha sabido de los manejos irregulares de los recursos públicos más tibia ha sido la actuación de quienes debieran ser contrapeso a las decisiones del Gobierno, y no han hecho nada. 

    ¿Cómo creer en los órganos encargados de sancionar los actos irregulares del Gobierno, si no ha habido el interés de, por lo menos, designar a sus titulares? No hay fiscales que los atiendan, no hay procurador que las investigue y por lo tanto, no hay sentencias que las castiguen. 

    Los gobiernos en México han navegado en la corrupción, porque siguen asumiendo que esa es la forma de gobernar y porque sigue habiendo la certeza de que no hay castigo. Y así, no hay condiciones de poder exigir a los ciudadanos que haya confianza en las instituciones. No así.

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