"Duarte, Andrés Manuel y Yunes"

Duarte es, con justa razón, el villano favorito del momento. El apellido más cuestionado entre la clase política, el tipo más nefasto y repudiado por la cambiante opinión pública mexicana. Priista y prófugo, desplazó en el odio colectivo al perredista José Luis Abarca, el “culpable” de Ayotzinapa.

 

Andrés Manuel es el eterno candidato de la izquierda polvorón, dueño de Morena, autodenominado “Presidente legítimo”, hombre de la eterna campaña que busca afanosamente la Presidencia de la República, tabasqueño que pregona la “honestidad valiente” desde la sombra de los recursos que lo mantienen como una figura opaca de fortuna reservada. Ex priista también. 

 

Miguel Ángel Yunes es el Gobernador de Veracruz, llegó por el PAN y el PRD, ex priista de muchísimos años, aliado del panismo desde el sexenio de Vicente Fox y afín de Elba Esther Gordillo, algunos lo consideran artífice o ideólogo del partido de los trabajadores de la educación llamado Panal. Político de pasado sumamente cuestionado. 

 

Duarte, López Obrador y Yunes tienen en común su origen, son hechuras del Partido Revolucionario Institucional, y hoy se involucran en acusaciones de corrupción y desvío de recursos. Hace un par de días Yunes acusó a López Obrador de recibir dinero de Duarte, Andrés Manuel le respondió que era un cínico, y Duarte no responde nada porque está prófugo, se fue hace mucho y nadie, ni sus otrora defensores saben de su paradero. 

 

2.5 millones de pesos pagaba Javier Duarte de Ochoa al Movimiento de Regeneración Nacional, franquicia electoral del tabasqueño, acusó el ahora Gobernador de Veracruz. El motivo, dijo, “era la amenaza de dejar sin agua a los habitantes de Coatzacoalcos cerrando las válvulas de la presa Yuribia”.

 

Andrés Manuel se defendió, le dijo corrupto, como le ha dicho corrupto a muchos otros. Corrupto como llamó a Evaristo Hernández, ex Alcalde del municipio de Centro, en la cabecera municipal de Villahermosa durante el sexenio de Andrés Granier Melo, acérrimo enemigo de López Obrador, pero a quien el dirigente de Morena otorgó el indulto al sumarse a su causa presidencial a través de Octavio Romero Oropeza, líder del Movimiento en Tabasco. 

 

Por eso amable lector es que todos tienen algo de razón al acusarse mutuamente. Las palabras que se impostan son adecuadas en medida que vamos conociendo sus trayectorias. El manto inmaculado que pretenden presumir no les sirve para olvidar el pasado que los cobijó bajo la misma túnica de impunidad. Son políticos de pasados rancios que saben jugar muy bien sus roles y papeles, hoy se enemistan pero mañana tejen complicidades. 

 

Andrés Manuel, Yunes y Duarte representan la decadencia de un sistema político arcaico que vive de debates estériles facilitados por las redes sociales, que buscan el aplauso fácil y llaman al abucheo de sus detractores. Política del “pancracio nacional”, de burda exhibición de lucha libre pactada a dos de tres caídas sin límite de tiempo.

La democracia mexicana no gana nada en este juego de burdas locuacidades que no se soportan en acciones legales, en acciones contundentes dentro de las instituciones de justicia donde se deben dirimir estas acusaciones tan serias.  

 

Concluyo con la “cita a ciegas” que Dulce Ramos plasma en Animal Político: “¿A quién le podemos creer, al López Obrador de hace 15 años incendiando pozos?; ¿al López Obrador de hace 10 años descalificando todas las instituciones y aguerrido como nadie había sido en procesos electorales? o ¿al López Obrador de la pequeñísima etapa del amor? o ¿el López Obrador de hoy contestatario, otra vez?”. Yo agregaría, ¿o le creemos al Yunes del PRI, Yunes del PAN o Yunes de Nueva Alianza? Si por gusto fuera le creo a los dos. Le creo a Miguel Ángel todas las acusaciones contra Andrés Manuel y le creo a López Obrador todas las inculpaciones sobre Yunes Linares. De Duarte, de Duarte mejor ni hablamos. Luego le seguimos...

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