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"Opinión"

"Educar, responsabilidad de los padres"

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20/01/2017

    Joel Díaz Fonseca

    El ataque a una maestra y a varios compañeros de clase en un colegio en Monterrey por un adolescente, que tras ese infortunado hecho se dio él mismo un balazo en la cara, muriendo horas después, es sin duda un llamado de atención a los padres de familia que, por la razón que sea, se desentienden de su responsabilidad como educadores y formadores de sus hijos.
     
    Es indiscutible que por la situación económica cada vez más difícil, y porque en muchos hogares ambos cónyuges buscan su realización trabajando fuera de casa, son cada vez más los casos en que los hijos quedan, si no al garete, sí a cargo de terceras personas, no necesariamente sus familiares.
     
    Muchos de los niños y adolescentes que no tienen una relación cercana y cotidiana con sus padres, necesaria sobre todo en los primeros años de su vida, y que por lo mismo no tienen una supervisión permanente, quedan más expuestos a influencias negativas, no solo de compañeros o vecinos maleados o de supuestos “amigos” con quienes tienen contacto a través de las redes sociales o Internet, sino de muchos de los videojuegos en los que el común denominador es la violencia.
     
    Los padres de familia tienen que darse el tiempo necesario para interactuar con sus hijos, no solo para que se sientan amados, sino para imbuirles valores y principios que les ayuden a crecer de manera armónica en todos los sentidos.
     
    Hace casi dos años, cuando se registraron diversas manifestaciones de apoyo al “Chapo” Guzmán que recién había sido recapturado, el Obispo de Culiacán, Jonás Guerrero, urgió a todos los sectores de la sociedad sinaloense a trabajar para “sanar el tejido social evidentemente dañado”.
     
    “A todos nos corresponde rehacer el tejido social, y mucho más a los papás. La familia es la clave: educadora de conciencia y acompañante de las nuevas generaciones hacia una vida más digna, más noble, más sujeta a la verdad, y no a lo que va apareciendo sin criterio y sin ningún discernimiento”, precisó.
     
    La responsabilidad de los padres como educadores y formadores de sus hijos no es optativa. Desde el momento en que eligieron procrear hijos y formar una familia contrajeron esa responsabilidad.
     
    El 20 de mayo de 2015, en su catequesis de la Audiencia General, el Papa Francisco habló de la educación de los hijos como una de las vocaciones fundamentales de la familia.
     
    “Advirtió, no sin antes resaltar las dificultades que enfrentan muchos padres de familia para cumplir con ese compromiso, que “hay que educar a los hijos a fin de que crezcan en la responsabilidad para sí mismos y para los demás”.
     
    “Resulta difícil para los padres educar a los hijos a quienes sólo ven al final de la jornada, cuando regresan a sus casas, cansados. Y es aún más difícil”, acotó, “para los padres separados, que padecen esta condición”.
     
    No eludió hablar de una situación cada vez más problemática que enfrentan los padres de familia en muchas latitudes.
     
    “Hay tensiones y desconfianza entre padres y educadores”, y “hay también cada vez más ‘expertos’ que pretenden despojar a los padres de su derecho y de su responsabilidad de educar a sus hijos”, pretendiendo ignorar que “el papel de los padres en la educación de sus hijos es insustituible”.
     
    Lo sucedido en Monterrey, las consideraciones en torno a las manifestaciones en apoyo al “Chapo” Guzmán, y el mensaje del Pontífice en torno a la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos, me recordaron un mensaje del ex Presidente de Uruguay, José Mujica, llamando a los padres de familia a ser corresponsables de la educación de sus hijos.
     
    “No se puede constreñir a la idea de que la educación es solo responsabilidad de los docentes”, advirtió. “No, si el hogar fracasa, no le pidamos al docente que tenga que arreglar los agujeros que hay en el hogar”.
     
    “Hay docencia y formación en cada madre que se preocupa por la suerte de sus hijos... y por cada padre que se preocupa, esto tiene tanta importancia como la docencia, o tal vez mucho más, porque es el ejemplo transformador de un ser que se está formando”, señaló.
     
    Los hijos son personas, no objetos que pueden dejarse por ahí, al garete. Si a un reproductor de música, un electrodoméstico, incluso un auto se le cuida y hasta se le mima en muchos casos, ¿por qué muchos padres de familia no hacen lo mismo con sus hijos, que son carne de su carne y sangre de su sangre?
     
    “Tener un lugar a dónde ir”, ha dicho el Papa, “se llama hogar; tener personas a quienes amar, se llama familia; y tener ambas cosas se llama bendición”.
     
    Si cada vez hay más niños, adolescentes y jóvenes perturbados, con tendencia a lastimarse a sí mismos y lastimar a otros, es seguramente porque su hogar es todo menos un lugar donde haya amor y respeto; y porque no han tenido cerca la mano cariñosa, pero firme, de sus padres.
     
     

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