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"Editorial"

"Efectos colaterales"

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20/07/2017

    Editorial

     
    No pueden vivir en sus comunidades porque el crimen organizado los acecha. No pueden permanecer en sus hogares porque no hay autoridades que los proteja. Sus vidas, ya no podrán ser normales, en un lugar que no les pertenece.
     
    Así es la condición de los desplazados de Sinaloa. Los que huyen de la violencia que impera en la sierra. Los que aún pueden narrar cómo la delincuencia organizada. De los que las autoridades en Sinaloa tratan de minimizar.
     
    Y es precisamente este, el eslabón más débil de un problema que se ha ido acumulando en Sinaloa durante años. Mientras el Gobierno encuentra dificultades para reconocer que el problema, con pocos o muchos afectados, es serio en la entidad, los sinaloenses, que también lo son, no encuentran la protección suficiente para rehacer sus vidas.
     
    Y no es un asunto menor. Organismos de derechos humanos en Sinaloa documentan en los últimos cinco años al menos 35 mil personas desplazadas de sus comunidades, por temor a los hechos violentos y a las amenazas directas.
     
    En este año, el Gobierno de Sinaloa reconoce que se han registrado 705 personas desplazadas de sus comunidades, la mayoría, de poblados de la sierra de Concordia.
     
    Los casos más recientes son los de los poblados de Chirimoyos y La Petaca, donde las familias debieron bajar a la cabecera municipal de Concordia para encontrar un refugio, por las amenazas de grupos armados.
     
    Este fenómeno requiere de acciones concretas: lo primero, es la atención inmediata de las familias afectadas, el apoyo para que puedan encontrar estabilidad y el cuidado necesario para garantizar su seguridad.
     
    Pero también, de acciones efectivas para que sus comunidades, en las que han crecido y han formado sus familias, sean lugares dignos para habitar.
     
    De nada sirve que la autoridad de Sinaloa califique como rumores las amenazas, si a cambio no ofrece las medidas de seguridad suficiente para que las familias no tengan que huir.
     
    Pero no lo ha hecho, como no lo hicieron otros, mientras los pueblos de la sierra del Estado se convierten en lugares inhóspitos. Y esos, también son de Sinaloa.

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