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"Opinión"

"El 2000 y ahora"

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17/01/2018

    Carlos Elizondo Mayer-Serra

    @carloselizondom

    Profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey

     

     

    Solamente una vez en la vida el PRI ha perdido una elección presidencial encabezando el Gobierno federal. ¿En qué se parece como arrancaba el proceso electoral en enero del 2000 con el actual, desde la perspectiva del PRI?

     

    En muy poco. Hace 18 años veníamos de una profunda crisis, la de 1995, que había erosionado la credibilidad del gobierno. Si bien la economía se había recuperado, y creció 5.2 por ciento en el 2000, el deterioro de la imagen del PRI era grande. Este sexenio no ha sufrido una crisis económica pero el crecimiento ha sido mediocre, muy por debajo de lo prometido. En el 2012, el último del gobierno de Calderón, la economía creció 4 por ciento. El mejor de este sexenio fue en 2016, con un crecimiento de sólo 2.3; el peor, 2013, cuando crecimos 1.4. El FMI espera un crecimiento de 1.9 para este año. Hace 18 años la inflación era de 8.9 pero venía a la baja, en el 2017 fue de 6.8, la más elevada desde el 2001. No son buenas noticias para el partido en el gobierno.

     

    Peor noticia es el nivel de aprobación presidencial. Sólo 26 por ciento está de acuerdo con la gestión de Peña Nieto. Hace 18 años, Zedillo tenía un nivel de aprobación de 71. Ya para el 2000, la percepción de corrupción desenfrenada era alta. Fox logró capturar en la frase “Saquemos a los barbajanes de Los Pinos” el enojo contra la corrupción imperante. Hoy está mucho peor. Es inédito la cantidad de historias de horror como la de los dos Duartes o la de Roberto Borge en Quintana Roo. 

     

    En el 2000 no había una crisis de seguridad como la actual. Todo apunta a que el 2018 será el más violento de la historia contemporánea de México y aunque el Gobierno trata de evitar hablar del tema, éste encabeza la preocupación de los mexicanos.

     

    Lo anterior ayuda a entender la escasa intención de voto para el candidato del PRI, José Antonio Meade, quien en la mayoría de las encuestas se encuentra por debajo de 20 por ciento, ligeramente abajo de Anaya y muy atrás del puntero López Obrador. Hace 18 años, en enero del 2000, Francisco Labastida estaba en un cómodo primer lugar, con el 48 de la intención del voto, frente a 39 de Vicente Fox.

    Las campañas y los candidatos importan y mucho. ¿Podrá Meade ser el primer candidato presidencial del PRI que logre terminar la campaña mejor que cuando empezó el año de la elección? ¿Y subir tanto como para lograr el triunfo? Se ve difícil.

     

    Sin embargo, hay algunas diferencias que pueden obrar a su favor. La primera es una mayor fragmentación del voto. Labastida terminó con 37 por ciento de la votación. Este nivel difícilmente lo obtendrá hoy el ganador. Fox ganó con 43. En el 2018 podrá haber hasta tres independientes. No es imposible imaginarse un triunfo de cualquiera de las tres principales coaliciones obteniendo un poco más del 30 por ciento. Este es el único escenario donde a mi juicio Meade podría ganar, aunque tampoco se ve fácil. Peña Nieto obtuvo sólo el 38 por ciento, ¿cuántos votos habrá perdido el PRI desde entonces? Sirva como referencia que, en el Estado de México, Eruviel obtuvo en el 2011 el 65 por ciento del voto, y del Mazo ganó con 34, a pesar de perder 31 puntos, gracias a la fragmentación del voto de izquierda.

    La mayor diferencia es la voluntad del actual gobierno de usar todos los recursos de la maquinaria del PRI y del gobierno para ganar. Por ello muchos analistas, como Luis Rubio, auguran buenas probabilidades a Meade. El contraste con el 2000 es claro. Si bien el Pemexgate fue una muestra obscena de cómo se usaron los recursos petroleros para financiar la campaña de Labastida, Zedillo no operaba entonces como el jefe de campaña de Labastida. Hoy va a ser radicalmente distinto. ¿Le alcanzará a Meade? Quizás en una elección cerrada, fragmentado el voto opositor y con baja participación ciudadana.

     

    Los medios de comunicación están hoy más controlados por el gobierno que hace 18 años. Sobran los días donde casi todos los periódicos traen el mismo titular, favorable al gobierno, como si se los hubieran dictado. El caso más notable es el de La Jornada. Hoy es una versión de pseudo izquierda de lo que era El Nacional. Uno de sus articulistas estrella se llama José Murat. Una diferencia, sin embargo, son las redes sociales, donde cualquier cosa puede hacerse viral.

     

    El Gobierno parece estar dispuesto a todo para ganar. Va a ser una dura prueba para nuestras desgastadas instituciones electorales. Hoy tenemos un Tribunal Electoral que parece más preocupado en defender la posición del PRI que en asegurar un piso parejo en la contienda.

     

     

    Hace 18 años el triunfo de Fox fue una sorpresa. Sin embargo, aun así, si hubiera perdido, habríamos visto una fuerte movilización social contra lo que se hubiera llamado un fraude electoral más. Un triunfo de Meade sería, dado lo que hoy muestran las encuestas, una gran sorpresa y muy apretado. En ese escenario veríamos una movilización post electoral probablemente mayor a la del 2006.

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