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"Opinión"

"El Alcalde que necesita Mazatlán"

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24/04/2018

    Joel Díaz Fonseca

    No sé qué sea más fácil -o menos engorroso-, si enumerar los rasgos y características que debe reunir un buen Alcalde, o lo que no debe ser quien aspire a serlo.
     
    Creo que para dejar bien claras las cosas vale mejor señalar qué tipo de Alcalde queremos, ejercicio que deberían hacer también quienes son o hacen las veces de mecenas de algunos de los aspirantes a la Alcaldía, de tal manera que sean congruentes y se deslinden de quienes no tienen las aptitudes para ser Alcalde, aunque ya lo hayan sido.
     
    Con el Tianguis Turístico (con todo lo que implicó su preparación y la ejecución misma de este magno evento) Mazatlán entró definitivamente en una nueva dimensión, y ocupará de un Alcalde que no solo sea un buen administrador de los recursos que se pondrán en sus manos, sino un buen promotor de todo lo que ofrece el municipio.
     
    Pero no basta con eso, Mazatlán requiere un Alcalde responsable, un hombre de principios, un hombre de respeto: que respete a todos, incluso a sus críticos, y que se dé a respetar.
     
    El Alcalde es el representante de la sociedad, dentro y fuera del municipio, del estado y del país, por ello es importante que quien funja como tal entienda que tiene que honrar en todo momento la investidura. Y honrar la investidura de Presidente Municipal es comportarse con decencia y con decoro.
     
    Todos los candidatos prometen gobernar con honestidad, limitando el compromiso solamente al manejo de los recursos municipales, pero la honestidad va mucho más allá, implica cumplir los compromisos contraídos y, sobre todo, tener una congruencia a toda prueba, ser un ejemplo para todos.
     
    Por ejemplo, ¿cómo puede un padre de familia reprender y hasta castigar a su hijo por decir mentiras, por decir maldiciones, por decir malas palabras y hasta majaderías, cuando él lo hace todo el tiempo y hasta delante de él?
     
    Congruencia, esa es una de las cualidades que se esperan de los políticos y sobre todo de quienes son autoridad en el nivel que sea.
     
    Me viene a la mente el caso de Hilario Ramírez Villanueva (a) “Layín”, dos veces Alcalde de San Blas, Nayarit, quien sorprendió a todo mundo al reconocer en una entrevista que sí robó, pero “poquito”, aunque luego la Auditoría Superior del Estado señalaría un robo por 12 millones de pesos.
     
    Además de que hizo mal uso de los recursos del erario, su comportamiento público no fue, para nada, el que se espera de un funcionario: Levantarle contra su voluntad la falda a una mujer en un baile, besar a otra también en una fiesta popular, arrojar un montón de billetes al público desde un templete, y festejar sin camisa desde el balcón del Ayuntamiento su triunfo para un segundo periodo como Alcalde.
     
    En Sinaloa tenemos algo similar, el ahora candidato a una Diputación local, José Manuel Valenzuela López (a) “El Chenel”. Tres veces Alcalde de Angostura, es famoso por sus extravagancias que sin duda han demeritado la figura de Presidente Municipal: Lanzarse al mar junto con la ofrenda a los marinos caídos en el cumplimiento de su deber, volar en un parapente, o pelear en un ring con el boxeador profesional “El Travieso Arce”.
     
    Pero no faltará quien se pregunte qué podría esperarse de un funcionario como éste, cuando el propio Gobernador Mario López Valdez hizo toda clase de desfiguros en público.
     
    El Municipio de Mazatlán no merece que salten a la palestra personajes como los descritos previamente. Es cierto que hay amplios segmentos del electorado que les festejan sus ocurrencias, incluso votan por ellos. Es algo que difícilmente puede evitarse, porque son muchísimos los que no razonan su voto, votan con el estómago.
     
    Sin embargo sí debe esperarse el voto razonado de los segmentos de la sociedad con una mayor preparación y menores carencias, y no es válido que miembros de esos sectores apoyen y hasta financien a candidatos cuyo comportamiento en público ha dejado y deja mucho qué desear, aspirantes que incluso contratan a “golpeadores” para atacar a sus contrincantes y a sus críticos.
     
    Si bien la baraja de aspirantes a la Alcaldía no da mucho margen para elegir a alguien con el perfil idóneo, a la hora de acudir a las urnas hay que depositar nuestro voto por aquel candidato que no haya sido motivo de escándalo ni como persona ni como profesionista.
     
    Ese es el tipo de Alcalde que necesita el Mazatlán del Siglo 21, el Mazatlán que queremos los mazatlecos. No se puede pedir ni esperar menos, el horno no está ya para bollos, y mucho menos quemados.
     

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