"El atronador silencio"

La estrategia del “silencio”, cuando se trata de abordar el tema de la violencia en México, será recordada como uno de los grandes fracasos del Presidente Enrique Peña Nieto.

A diferencia de su antecesor, Felipe Calderón Hinojosa, quien hizo de la “guerra al narco” su bandera, desde el primer día que se instaló en Los Pinos, Peña Nieto decidió que una forma de acabar con el crimen organizado era desapareciéndolo del discurso oficial.

La idea no es gratuita, el Presidente y sus asesores llegaron a ese razonamiento partiendo de la idea de que gran parte de la imagen violenta de nuestro País era una “percepción”, pero no una realidad.

Los priistas ya habían llegado a una conclusión similar en el pasado, aunque de índole económica, cuando el Secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, aseguró que la pobreza en México era un “mito genial”.

Con esa lógica, Peña Nieto decidió que no había que hablar más de la violencia, mientras se resolvía el problema con una nueva estrategia de seguridad: callar a los medios de comunicación con cañonazos en efectivo y prohibirles a sus funcionarios hacer cualquier declaración sobre el tema.

El silencio sobre la violencia se realizó por decreto, el problema es que los delincuentes son incapaces de ser callados y rompieron a balazos el ingenuo sueño de un Presidente.

A menos de un año de que pierda el poco poder que le queda, Peña Nieto se levanta todos los días bajo un silencio atronador.

En Jalisco entran a la casa de un bandero famoso y lo asesinan a balazos frente a su esposa y su hijo.

En Guerrero aparece quemado un ex líder del PRD, junto a su esposa y su suegra, y por si fuera poco es el sexto perredista asesinado en ese estado en lo que va del año, la mayoría ex alcaldes y líderes del partido.

Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas y Veracruz le causan demasiado ruido todos los días, su propia tierra, el Estado de México es incapaz de respetar su silencio, el País entero se mata a balazos, mientras él exige que todos se callen.