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"Opinión"

"El círculo vicioso de la corrupción y la complacencia"

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24/02/2017

    Joel Díaz Fonseca

    “Resulta imposible iniciar con un borrón y cuenta nueva. Menos cuando nos corresponde acompañar la conclusión de administraciones municipales llevadas a la ruina por su intervención partidista en el proceso electoral y de la peor gestión estatal que se tenga memoria, no sólo en términos de inseguridad pública, sino también por el marcado desaseo en el manejo de los recursos públicos... que produjo la acumulación de fortunas entre los principales funcionarios del gabinete, comenzando por el propio Gobernador”.
     
    Cualquiera creería que esta demanda está enderezada en contra del Gobierno de Mario López Valdez, pero no. Estas palabras forman parte del pronunciamiento del Partido de la Revolución Democrática, en voz de la Diputada Gloria Santos Aguilar, el 2 de diciembre de 2010 en la instalación de la 60 Legislatura.
     
    “¿Tenemos que esperar hasta marzo”, inquirió la Diputada, “cuando conozcamos las cuentas públicas para ponernos a revisar? Nuestro grupo parlamentario cree que no”.
     
    “Lo menos que debemos comenzar por hacer”, agregó, “es pedirle a la Auditoría Superior del Estado que empiece por darse cuenta que Sinaloa ya cambió, que los sinaloenses le exigen conocer a través de esta representación popular, cómo entraron y cómo están saliendo los funcionarios públicos. Y no sólo eso, lo que Sinaloa quiere ver es que los corruptos servidores públicos terminen tras las rejas y las fortunas mal habidas se reintegren a las arcas públicas”.
     
    La historia se repite. Van cambiando los actores, pero el libreto sigue siendo el mismo. Todos los que han gobernado a esta entidad se han servido del cargo para enriquecerse, para beneficiar a socios y amigos, incluso para perseguir a sus enemigos y a quienes no aplauden y apoyan sus sinvergüenzadas.
     
    Y todos, sin excepción, en su momento se dijeron indignados por la deshonestidad de sus antecesores y advirtieron que les fincarían responsabilidades, pero sus palabras se las llevó el viento.
     
    Mario López Valdez fue incluso un paso adelante. Meses antes de su elección puso en evidencia el enriquecimiento ilícito de Jesús Aguilar Padilla, su antecesor. Durante uno de los debates políticos con su oponente Jesús Vizcarra Calderón, exhibió fotografías de diversas mansiones adquiridas por el aún Gobernador y su Secretario General de Gobierno, Rafael Oceguera Ramos.
     
    Y tuvo el descaro de advertir en su toma de posesión, en indudable referencia a Aguilar Padilla y seguramente a unos cuantos ex gobernadores más, que su gobierno no sería fábrica de nuevos ricos sexenales, que “se acabaron los nuevos ricos, y el derroche costeado por los ciudadanos”.
     
    En ese mismo acto lanzó esa “bola de humo” con la que cada nuevo Jefe del Ejecutivo busca hacer creer a la sociedad que serán los adalides de la lucha contra la corrupción:
     
    “No podemos hacer tabla rasa del pasado, pero tampoco podemos vivir anclados a él. No habrá venganzas, ni ajustes de cuentas, pero tampoco encubrimiento, y mucho menos impunidad. Sólo la aplicación de la ley en su justa dimensión”.
     
    ¿Hay alguna diferencia entre el discurso de López Valdez y el del nuevo inquilino del Palacio de Gobierno? Por supuesto que no.
     
    Ordaz Coppel aseguró el miércoles que no hay impunidad en el caso de la cuenta pública de la administración de su antecesor Mario López Valdez. Su compromiso, advirtió, es que se aplique la ley “caiga quien caiga”.
     
    Sin embargo, inmediatamente después atenuó sus palabras: “Es un proceso muy intenso, arduo… incluso, como también se señaló, hay mucha información todavía, se sigue recabando información”.
     
    Esto ha llevado a no pocos sinaloenses a pensar que no va a pasar nada, que este gobierno dejará ir impunes a quienes dejaron endeudado hasta la médula al Estado.
     
    Sorprende por cierto la desvergüenza del Diputado Juan Pablo Yamuni, quien denuncia a toro pasado que sí hubo corrupción en el Gobierno de López Valdez, del cual él mismo formó parte.
     
    Yamuni fue titular de la Unidad de Transparencia y Rendición de Cuentas durante casi los seis años del Gobierno de López Valdez, cargo del que estratégicamente se separó por su aspiración a contender por la diputación, no porque, como afirmó recientemente, sus denuncias no fueran tomadas en cuenta y quedaran archivadas en el escritorio del Procurador.
     
    Afirma que cumplió con lo que la ley le mandataba, y señala como prueba que presentó 40 denuncias penales ante la Procuraduría General de Justicia del Estado y nunca pasó nada.
     
    Otro con mejores intenciones que él habría renunciado a las primeras de cambio, como hicieron los ciudadanos que formaron parte de aquel Consejo de Vigilancia del Megapréstamo, que renunciaron porque los funcionarios del gabinete de López Valdez los ignoraban por completo y no quisieron ser “tapadera” de nada.
     
    Si quienes gobiernan se alejan de la legalidad y quienes tienen la obligación de sancionarlos cierran los ojos para no ver las montañas de corrupción, es porque nosotros, los ciudadanos, lo permitimos. 
     
    El Gobernador Ordaz Coppel seguramente dejará que los legalismos diluyan las corruptelas del Gobierno del cambio, pero nosotros no podemos permitir que eso pase.
     

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