"El divino escultor"

Las estatuas y esculturas famosas son fiel testimonio del artista que las forjó. No obstante que sean petrificadas y mudas hablan con profusión del autor que las plasmó.

 

Aunque no conociéramos ningún dato de la vida de Miguel Ángel Buonarroti, ¡cómo no extasiarse y conmoverse ante algunas de las obras que creó! El David, La Piedad, el Moisés (sin citar sus dotes como pintor y arquitecto, para no extendernos en los frescos de la Capilla Sixtina y el proyecto de la Cúpula de la Basílica de San Pedro) son algunas de las grandes obras que legó.

La palabra estatua significa condición de estable, duradero, que permanece. El vocablo escultura, en cambio, hace referencia a la acción de modelar y esculpir.

 

Yéndonos hasta la antigüedad, las obras atribuidas a Fidias -aunque no se hayan conservado- son dignas de los mayores homenajes y tributos, como las estatuas de Atenea, Zeus y Minerva. 

Asimismo, se cuenta que Pericles le encargó la restauración del Partenón en la Acrópolis.

 

El versículo 4 del Salmo 8 dice que la creación entera muestra el rostro y bondad de su autor. Ahora bien, si estas obras mudas cantan la grandeza de su creador, no podemos quedarnos atrás.  

 

“Si fueras una estatua de Fidias -su Minerva o su Júpiter- y tuvieses conciencia, te guardarías muy bien, al acordarte del artista que te formó, de hacer algo que fuera indigno de él y de ti; por nada del mundo querrías aparecer en un estado indecente que deshonrase tu belleza. Pues bien: ¿no comprendes que no preocupándote por el estado en que apareces ante los dioses deshonras la mano que te ha formado? ¡Qué diferencia, no obstante, entre obrero y obrero y entre obra y obra!”, precisó el filósofo Epicteto.

 

¿Denigro o engrandezco a mi escultor?

 

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@rodolfodiazf