|
"Ámbito"

"El enemigo"

""

    Sin ir más lejos, el ciudadano que por causa eventual o por omisión se haya quedado sin credencial vigente de elector, aun cuando sea en condición transitoria, debe haber afrontado la experiencia de sentirse indocumentado. Valga como ejemplo la identificación del Instituto Nacional Electoral porque con frecuencia es el único documento al que se reconoce validez para realizar alguna gestión.
     
    Basta considerar lo anterior para imaginar el brete que ciñe a los indocumentados y los avatares que tienen que sortear en su afán de mantenerse en un país que no es donde nacieron, pero que es donde han encontrado la oportunidad de subsistencia y donde muchos de ellos han sembrado raíces familiares.
     
    En el ámbito de los compatriotas que en tales condiciones viven en Estados Unidos ese incierto panorama cotidiano se ensombrece ahora con la presencia de una tenebrosa certidumbre en relación con el peligro de la deportación que tanto temen y que Donald Trump, con base en insultantes argumentos anti mexicanos, ha puesto en marcha con pretensión masiva.
     
    El temor de nuestros compatriotas migrantes en Estados Unidos se justifica toda vez que la deportación significa la cancelación de un ingreso económico que representa la supervivencia personal o familiar y, en su caso, una drástica separación entre seres queridos, además de que el forzado retorno a México implica la posibilidad de mantener limitaciones de indocumentado aun en su país de origen, según consta por declaraciones de personas que han sido deportadas.
     
    Se supone que es ante la expectativa de sufrir privaciones en su propia tierra que una inmensa mayoría de mexicanos manifiesta categórica preferencia a permanecer o intentar el regreso a Estados Unidos y enfrentar la xenofobia de Donald Trump, pues en todo caso les resulta más soportable una pena enjugada con dólares que con devaluados pesos, aunque un motivo superior de ese irrenunciable empeño en emigrar y residir en el vecino país es la reunificación de las familias que hoy ya está bifurcando el ucase del Presidente yanqui.
     
    El drama que representa la deportación, y que se estima tiene en jaque a un millón 700 mil familias mexicanas, fue uno de los motivos de la marcha “la Unidad en la Diversidad” que fue convocada para realizarse en la capital de la República y otras ciudades del país el domingo 12 de febrero en curso. Sin embargo, ni este tema ni la construcción del muro fronterizo o la acechanza contra la economía y la soberanía nacional fueron suficientes para estimular la participación en esa que debió haber sido una manifestación multitudinaria de cohesión ciudadana contra la amenaza que entraña en la política del actual Gobierno estadounidense. 
     
    Un contingente de 20 mil participantes en la ciudad de México resulta minúsculo, tal es la estimación de la marcha que partió del Auditorio Nacional hacia el Ángel de la Independencia, no se diga ya de la marcha que partió de la Alameda Central hacia el mismo punto de convergencia que, se dice, no llegó a 2 mil manifestantes. Las causas de ese mega desaire han sido motivo de numerosos comentarios y todos concluyen en que esa promoción estaba condenada al fracaso, pues a propósito de su denominación, “Unidad en la Diversidad”, se registró la paradoja de que la diversidad de criterio y de propuestas en la organización generó la desunión.
     
    Marchas realizadas contra la política de Donald Trump en ciudades de Estados Unidos, así como de Europa, han sido mucho más numerosas que la convocada en la ciudad de México, pese a que nuestro país ha sido el más ofendido y amenazado por el magnate neoyorquino que, para preocupación del mundo, se erige como Presidente de la todavía máxima potencia mundial.
     
    Esta realidad rinde la lectura de que el sentimiento de indignación por los problemas, vicios e inequidades que privan en nuestro país cala con mayor intensidad en el ánimo de los mexicanos que la reprobación ante el atentado que late en el proyecto ya en operación de quien, mediante su errática y ofensiva propuesta política, se significa al menos como un potencial enemigo.
     
     

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!