|
"Opinión"

"El PAIS y el hijo tonto"

""

    Resulta paradójico que mientras la participación ciudadana en las pasadas elecciones estatales fue a la baja, éstas hayan parido un nuevo partido político. En efecto, el nivel de la participación fue del 49.25 por ciento de la lista nominal para elegir el Congreso del Estado, y la expresión de los independientes, cuna del Partido de los Independientes de Sinaloa (PAIS), alcanzó su mejor votación con la candidatura para Gobernador de Francisco Frías Castro, quien alcanzó el 3.6 por ciento de los sufragios emitidos.

    Justo quien señaló en campaña que en caso de no alcanzar la gubernatura, tampoco aceptaría ningún cargo en el nuevo gobierno, pero ahora vemos que sus votos le sirvieron para colocarse en el Gobierno de Quirino Ordaz Coppel como flamante Director General del Instituto de Capacitación para el Trabajo del Estado de Sinaloa, (Icatsin) y ese tipo de actitudes son las que deslegitiman la figura de los candidatos independientes.

    Una foto “espontánea” entre Frías Castro y Ordaz Coppel después de los comicios provocó las primeras reacciones de repudio a la causa de estos independientes sinaloenses, y quizá el incentivo para transformar su exigua fuerza en un nuevo partido político, como si éste se necesitará cuando son de las entidades públicas más cuestionadas.

    Al final las identidades políticas e ideológicas de los partidos poco parecen importar reduciéndose a un asunto de números y sólo se requieren aproximadamente 10 mil firmas para registrar una marca electoral. Nada en un padrón que ya supera los 2 millones de registros, y siempre habrá quien esté dispuesto a dar su firma, su aval, para su registro legal.

    Entonces permítaseme, estimado lector, una breve digresión teórica sobre el origen de los partidos políticos. Estas formaciones políticas surgieron en el siglo diecinueve como una vía para la salvaguarda de intereses básicos: capital, trabajo, región y religión.

    Estas unidades genéricas planteaban –y, plantean en buena medida hoy- los problemas de fondo de las sociedades contemporáneas y exigen representación política para evitar que sus contradicciones no se salgan de cauces ordenados y civilizados.

    Sin embargo, la llamada crisis de los partidos ha dado pie a nuevos clivajes (rupturas) y es como aparecen los llamados candidatos independientes, como una forma de individualizar la política.

    Personalizarla con nombre y apellidos. Y eso ha provocado que a su amparo haya aparecido una caterva de pícaros que buscan sorprender a la ciudadanía presentándose como alternativa a la oferta de los partidos.

    Claro, hay excepciones a la regla, y eso la ciudadanía ha sabido distinguir entre un pícaro y un candidato independiente legítimo.

    Por eso tenemos tan pocos en la representación política del País.

    Leo las declaraciones de Serapio Vargas, el dirigente estatal del nuevo partido, y a pregunta expresa responde que el partido nace ante el “rechazo y obstáculo del que fueron objeto por el órgano electoral”, aquí dice una gran mentira.

    El órgano electoral lo único que hizo fue aplicar una ley que no tiene muchas simpatías con los independientes, que los aprobaron a despecho suyo, pues es una reforma constitucional que obliga a legislar en la federación de los estados.

    Luego, entonces, aprovechan los requisitos para formar un partido político que son notoriamente fáciles, pues sólo se les exige el 0,26 por ciento del padrón electoral, mientras para registrar una candidatura independiente se exige el 3 por ciento del ámbito de competencia.

    Es decir, grosso modo, para crear un partido se necesitan 10 mil firmas mientras que para postular un candidato independiente para Gobernador, con un padrón ligeramente superior a los 2 millones de electores, se necesitarían más de 60 mil firmas de apoyo.

    Pero hay algo más, el haber superado la barrera del 0.26 por ciento les da derecho a contar con prerrogativas de las que no se benefician los candidatos independientes. O sea, estos señores del PAIS al no ser parte de una fractura histórica y tampoco de un sector social específico, para muchos genera confianza pues pareciera que no les interesa tanto representar los intereses de franjas de ciudadanos, como sus afanes de inclusión política o entrar al reparto del presupuesto, que aunque nimio, bien administrado puede redundar favorablemente.

    Ahora, el principal reto que tiene este nuevo partido es tener una estructura estatal, postular en 2018 candidatos en la mayoría de distritos y alcaldías además de superar el 3 por ciento de la votación emitida en la elección de diputados, el dispositivo para refrendar el registro. Nada fácil, aunque no imposible.

    En la pasadas elecciones estatales tres partidos nacionales perdieron el registro  (MC, PT, PES), mientras todos los candidatos independientes a diputados, incluso aquellos distritos donde hubo más de uno de ellos, obtuvieron 38 mil 838 votos, que significaron el 3.82 por ciento de la votación emitida. Más que el candidato independiente a Gobernador y más que los candidatos del PRD, Verde y Nueva Alianza.

    Dicen los dirigentes del PAIS que con ellos están todos los que fueron candidatos independientes y habría que ver si esto es cierto, y si están dispuestos a encauzar las luchas ciudadanas, tendrán que trabajar mucho para integrar una estructura estatal sólida y hacer realmente política ciudadana.

    No tienen más que unos meses para enfrentar este desafío y un poco más para competir por cargos de representación política, sino en la primera aparición perderán el registro.

    Un dato que no podemos soslayar es que entre la coalición del PRI, con el Verde y Nueva Alianza, más el PAN y el PAS-MC obtuvieron el 75.42 por ciento de la votación emitida, mientras los independientes apenas el 3.82 por ciento. Este nivel de concentración del voto nos habla de la dificultad para crecer en un espacio de alta competitividad.

    En definitiva, el registro de este nueva formación política no parece agregar nada al sistema de partidos, es más su principal enemigo no serán los de por si poderosos partidos grandes, sino la desconfianza que existe entre la ciudadanía por los partidos políticos y su representación poco eficaz para atender los problemas del estado.

    Por lo tanto, ese parto de los montes podría terminar siendo el de un “hijo tonto”, que como todos los demás también comerá de los impuestos de los contribuyentes (y si alguna duda cabe, la tesorera es la esposa del dirigente).

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!