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"Opinión"

"El PAN en su encrucijada"

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    El próximo domingo 11 el Partido Acción Nacional celebrará elecciones en Sinaloa, los casi 15,000 militantes del blanquiazul en el estado elegirán al próximo dirigente estatal. Dos figuras pelean a sangre y fuego el cargo, por un lado el mazatleco Alejandro Higuera Osuna y por otro el concordense Sebastián Zamudio Guzmán, entorno a ellos los grupos políticos del blanquiazul están verdaderamente enfrentados.
     
    Durante la breve campaña los aspirantes se han dicho de todo, bastó ver unos minutos el debate organizado por la Comisión Electoral para darse cuenta que las acusaciones mutuas demuestran lo que a todas luces se asoma, el “pleito” albiazul no es simulación. 
     
    El PAN sinaloense en sus últimos años ha vivido momentos críticos, se desplomó a tercera fuerza estatal y como es natural esa derrota “nació huérfana”. Lejos de superar sus adversidades y asumir sus responsabilidades los liderazgos se dedicaron a repartir culpas entre ellos. 
     
    Entreguistas, vendidos, tramposos, aprontados, corruptos, simuladores, son los calificativos con los que se expresan los candidatos y simpatizantes en contienda. Queda muy claro que el peor enemigo de un panista, es otro panista. ¿Por qué se faltan tanto al respeto y se tratan con tanto desprecio? Recordemos un poco de historia.
     
    El PAN no nació como un partido satélite del PRI, por el contrario, se gestó en la lucha de una oposición firme al tricolor, los panistas se jactan de ser un partido con ideología y mística, con tener una plataforma de valores políticos bien cimentados en el humanismo, doctrina filosófica que los hace diferente a cualquier otra institución política del país. 
     
    Desde siempre el PAN ha vivido sus procesos electorales a flor de piel, grandes desencuentros se han dado a lo largo de la historia del partido. La mayoría de los desencuentros pasaron del orden ideológico al pragmático, memorables aquellos desencuentros de Pablo Emilio Madero contra González Morfín, Manuel Espino contra Felipe Calderón, o los del propio Calderón contra Castillo Peraza, para no irnos lejos valdría la pena recordar los airados desencuentros entre Madero y Cordero en torno a la dirigencia nacional, o los desencuentros que marcan los tonos de esta campaña enrarecida, los de Calderón contra Anaya y Moreno Valle en torno a la disputa por la candidatura presidencial. 
     
    Pero en Sinaloa las diferencias, afrentas y confrontaciones no responden al orden ideológico, sino de lo pragmático, de la conveniencia e interés. Así, los panistas baten los tambores de guerra, el domingo habrá una elección cerrada donde resulta difícil anticipar un ganador, la moneda está en el aire. Ningún otro partido vive procesos electorales como en el PAN, ni en el PRI que es el más vetusto de los partidos están acostumbrados a elegir a sus dirigentes, la lógica del tricolor es y será el dedazo, la línea y la disciplina abyecta. Pero tampoco en partidos “modernos” están acostumbrados a elegir, la sumisión partidista también es propia de Morena, en el partido de Andrés Manuel López Obrador todo aquel que se opone a una directriz nacional es expulsado y considerado “aliado de la mafia del poder”. 
     
    El PAN nunca ha sabido explotar su costosa democracia interna, nunca escuchará usted un discurso propositivo de sus candidatos, los contendientes parecen estar acostumbrados a ganar dañando al contrario, es más una pelea de gallos que un juego de ajedrez. Pero el tono de los contendientes es el que le gusta al electorado blanquiazul, la  militancia es pasional y guarda rencores añejos, le tienen un extraño amor-odio al partido y sus líderes. Nunca me dejará de sorprender, muchos panistas son feroces críticos ante su dirigencia y dóciles voces frente a los gobiernos del PRI y los partidos antagónicos. 
     
    El PAN tiene en sus manos el destino de su futuro, si son capaces de procesar sus diferencias haciendo valer el arte de la política, privilegiando el diálogo y abrazando por un momento los ideales de sus fundadores, podrán ser el partido competitivo que muchos ciudadanos esperan para poder hacer frente a la izquierda que cierra filas en torno a Andrés Manuel López Obrador. Si por el contrario, desprecian la paz y se declaran la guerra, formarán parte de la oposición en el mandato de aquél que ellos mismos apodaron “el peligro para México”, mientras tanto, el mayor peligro para el PAN es el panismo. Unidad o división, esa es la encrucijada. Luego le seguimos...
     

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