La música, dice un lugar común, amansa las fieras. La música tiene un poder tranquilizador y relajante muy efectivo. Se afirma que tocar un instrumento musical fortalece y refuerza la conexión entre los dos hemisferios del cerebro.
En Huánuco, una ciudad de Perú, se hizo una medición de impacto en 769 casos en los que se comprobó que la autoestima de los niños mejora en un 30 por ciento si se les inculca el gusto por la música, su trabajo escolar aumenta también un 34 por ciento y se reduce la agresividad física y verbal en un 29 por ciento.
Se ha repetido muchas veces que un niño que toca un violín jamás portará un fusil.
“De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra” dice el profeta Isaías (Is 2,4).
“El arte, la música en este caso, es un símbolo de unión, tolerancia y armonía. Somos todos distintos instrumentos pero vivimos en una orquesta en la que debemos hacer una armonía”, señaló Gustavo Dudamel.
Plácido Domingo con el concurso Operalia; Juan Diego Flórez con Sinfonía por el Perú; Lang Lang con clases de piano grupales; Esperanza Azteca, con orquestas y coros infantiles y juveniles; los conciertos de la OSSLA, son prueba fehaciente del poder de la música.
David Arben, un prisionero de los campos de concentración, iba a ser fusilado junto a otras 104 personas, pero lo salvaron por ser un virtuoso del violín.
“Para mí, mi violín se convirtió en mi familia. Mi violín se convirtió en mi emoción, mi corazón, mi ser. La música es vida. La música es esperanza. La música es paz. No puedo pedir más”, expresó.
¿Siento y gozo el poder de la música?
@rodolfodiazf
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