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"OPINIÓN"

"El reality show de los 36"

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    Sin lugar a dudas, México es un país repleto de oportunidades. Basta tener una buena formación, creatividad, entusiasmo, la sangre liviana y una red de relaciones extendida, para que la diosa fortuna muestre su mejor sonrisa. Y si en el terreno de los negocios la cosa puede ir relativamente bien a quien se lo proponga con seriedad, en el de la política el futuro es color de rosa. Historias hay por montones. Ricardo Anaya, por ejemplo, en tan solo unos cuantos años ha acumulado una riqueza que ya quisiera cualquier asalariado. Su tocayo, Ricardo Monreal, no canta mal las rancheras; su vida en la política ha rendido muchísimos frutos contantes y sonantes. Rodrigo Medina, aunque en la mira de la justicia, si se lo plantea, y sale bien librado de todas las acusaciones que tiene en su contra, podría dedicarse a jugar golf por el resto de su vida. El duranguense, Jorge Herrera Caldera, en cuanto concluyó su gestión como Gobernador, se amparó para evitarse cualquier problema y poder disfrutar de todos sus bienes materiales. ¡Qué decir de Manlio Fabio Beltrones! Un veterano de la política que ha sabido sacarle jugo a todos sus puestos sin meterse en mayores problemas con la ley. Y, para que no me acusen de misógino, no puedo evitar recordar a la zacatecana Amalia García, quien podría cambiar su código postal a cualquier país del norte de Europa el día que así lo decida, sin tener que preocuparse por el recibo de la luz, el predial o llegar a fin de mes.
    Espero que no haya sido por ver el tipo de vida que llevan estos y otros muchos personajes más que se dedican de tiempo completo a la política, que al día de hoy salgan a escena tantos candidatos independientes como vendedores de cerveza en el estadio, ambulantes en concierto, oxxos en esquinas o puestos de tacos callejeros. Lo-que-se-viene-es-una-locura. Si antes apenas surgía uno que otro valiente, ahora lo que sobra por montones son candidatos independientes. La pregunta es: ¿Qué vamos hacer con tantos? Más aún, ¿cómo saber qué atributos, cualidades o ventajas tiene cada uno de ellos? ¿Cómo votar por alguien que es un perfecto desconocido para nosotros?
    Como está en chino votar por alguien a quien no se conoce, quisiera compartir una serie de estrategias para que los llamados independientes puedan ser un poco más atractivos o conocidos para sus futuros votantes. Cabe aclarar que mis sugerencias son ideas muy generales, ya que mi formación no tiene nada que ver con el marketing político; por ello, lo mío será, más bien, un atrevimiento o “acomedimiento” no pedido, como diría mi tía Graciela.
    Si el o la candidata independiente carece de carisma, de una trayectoria política con resultados tangibles o de propuestas claras que inspiren nuestra confianza, podría participar en un reality show del tipo “La isla”, para que día a día veamos todo aquello de lo que es capaz. Así, más allá de que iremos atestiguando la manera en que el sol de la playa va dorándole la piel, el show podría permitirnos conocer su resiliencia, dominio del miedo ante situaciones de alto riesgo, su resistencia física en situaciones extremas, el nivel de oxigenación cerebral al momento de tomar decisiones rápidas o estratégicas e, incluso, su capacidad de recuperación después de una larga jornada repleta de pruebas fatigosas. ¡Qué decir del taco de ojo que nos pudiéramos echar! Quizá podamos ponernos a la altura de Francia o Canadá quienes son gobernados por los chicos guapos del barrio. Está todo por verse.
    Por el contrario, si el o la candidata independiente carece de presencia escénica, de una voz seductora capaz de motivar a los votantes, de la chispa requerida para encantar a los asistentes a un mitin, la clave puede estar organizar otro reality que se llame “La voz independiente”, para que desde ahí podamos validar cuál de los candidatos tiene las agallas de expresarse, mostrarse, cantar y bailar al mismo tiempo, e incluso tocar algún instrumento musical. Sería genial que pudiéramos ver y, ¿por qué no?, corear cóvers de todo tipo: las del festival de la oti, algunas rancheritas, baladas pop, reguetoneras y una que otra de banda, mientras no sean de balaceras y demás tonterías que mal entona el llamado “movimiento alterado”.
    Ahora, si la o el candidato independiente, por su pinta, pareciera que no va a resistir físicamente porque no hay manera de ocultar lo traqueteado que está, podría organizarse un “Exatlón independiente”, para que sólo salgan de ahí aquellos o aquellas que tienen las cualidades y resistencia de un “Iron Man”. No es ninguna locura lo que digo. Ser Presidente de la República no es poca cosa. Se requiere de una gran fortaleza física para resistir largas jornadas de trabajo en distintas zonas horarias, comer platillos súper exóticos y tener una enorme capacidad para desvelarse teniendo todavía el ánimo para sonreír como príncipe o princesa de cuento. Que le pregunten a Enrique Peña Nieto lo que significa ser presidente del país las 24 horas del día, durante 365 del año. Estoy seguro que este “Exatlón independiente” podría ayudar a cribar unos cuantos candidatos independientes que, al momento, dan paso corriendo el riesgo de caerse solos.
    Sin embargo, el organizar diferentes tipos de realitys para sacar a lo mejor de cada casa, será tan dilatado y complejo como el proceso para recabar las firmas que permiten la postulación a la candidatura independiente, por ello, quizá valga la pena explorar otra vía donde, al mismo tiempo, podamos ver a todos interactuar, negociar, organizar y el etcétera que conforma el largo listado de competencias que un político de altura debe tener. La única que se me ocurre en este momento es el reality más clásico de todos: un “Big Brother” versión “Independientes”.
    Para meterle emoción al asunto, además de ser moderado por la despampanante Adela Micha (espacio televisivo del que nunca debió salir), propongo que el reality se lleve a cabo en “La casa blanca” que era, o es, de “la gaviota”, y en ella, durante quince días (ese sería el tiempo que dure la campaña) realicen algunas pruebas que nos permitan conocer realmente quiénes son los candidatos, porque, al momento, sólo unos cuantos son medianamente conocidos (Margarita Zavala, Armando Ríos Piter, “el Bronco” o Pedro Ferriz) pero hay otros que, como decía mi papá, ni en su casa los conocen.
    Ya entrados en gastos, para simplificar procesos y ahorrarnos mucho tiempo, dinero y esfuerzo, propongo que quien gane esta versión del “Big Brother”, sea el que compita como independiente contra los candidatos partidistas que próximamente saldrán a escena.
    Del enorme y jocoso espectáculo que estos últimos nos darán, hablaré en otro momento.
    @pabloayalae

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