"El reto de ser ecuánime"

La persona ecuánime mantiene el equilibrio y serenidad a pesar de atravesar por situaciones difíciles o dramáticas. No se perturba por las adversidades del camino, sino que conserva la tranquilidad necesaria para discernir la conducta apropiada en esa confusa situación.

Los estoicos enseñaron que la actitud adecuada ante la presencia del mal o las dentelladas del infortunio era la imperturbabilidad. De acuerdo a esa doctrina filosófica se debía soportar con entereza el sufrimiento y acallar los espasmos del dolor sin demostrar debilidad.

Ecuanimidad significa mantener llano el ánimo, no permitir que se alteren los afectos del alma aunque se sufran los devastadores efectos de una tormenta. No es permanecer impasible, sino mantenerse estable. La persona ecuánime es justa, indulgente y benévola. La figura pública que más se le adecuaría sería la del juez, puesto que debe conservar su imparcialidad en todo momento y situación.

La mayoría de los filósofos y escritores refieren que la ecuanimidad, o equilibrio interior, se rompe invariablemente por la irrupción de la ira.

“La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que se ajuste todo lo que ella ha decidido”, expresó Séneca.

Quien se deja dominar por la ira pierde no sólo el piso, sino su propia estatura.

“El hombre debiera aprender a mantenerse ecuánime. Con el fuego de la ira, a sus inferiores los hace superiores a sí mismo”, señaló Emerson.

El dragón puede enojarse y arrojar fuego por el hocico, mas no por esos desplantes se desprende de sus miedos y fobias, al igual que le sucede al joven imberbe.

“Aunque te aconsejes tarde, mira, oh joven imprudente, que ser con ira valiente no es dejar de ser cobarde”, aconsejó Pedro Calderón de la Barca.

¿Me mantengo ecuánime? ¿Me domina la ira?

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@rodolfodiazf