"El transporte impone su voluntad"

Pareciera que hay alguien que no quiere que el orden impere en Mazatlán. Son las autoridades, que han sido pasivas frente al conflicto transportista que no solo está afectando a los ciudadanos locales, sino también a los que lo visitan.

Los taxistas que operan una concesión para ofrecer el servicio de transporte concedido por el Gobierno del Estado, han emprendido por segundo día consecutivo bloqueos en contra de la operación del transporte privado Uber.

No ha sido una acción secreta: se encargaron de anunciarlo y de prevenir a las autoridades sobre los actos que iban a realizar. Y no se ha hecho nada por disuadirlo.

¿Les asiste la razón para inconformarse contra un servicio que ha representado su competencia? La Ley y las autoridades lo deben comprobar. ¿Están los choferes de Uber actuando en la ilegalidad? Deben la Ley y las autoridades comprobarlo.

Pero no es con la confrontación, que ya ha llegado a la violencia, como deben de dirimirse estas diferencias respecto a un servicio cuyo primer beneficiario debe de ser el usuario y debe ser éste quien elija la opción que más le convenga.

Y también, debe de ser el usuario, el que paga el servicio, quien debiera estar protegido por las autoridades. Pero hasta ahora, no se ha atrevido a tomar una decisión.

Y en todo este conflicto, además del usuario, quien sale perdiendo es el destino turístico, envuelto en una difusión de un sitio donde el transporte libre no existe y donde las diferencias, sí, se llegan a resolver con violencia.

Lamentable es que este conflicto esté llegando a estos niveles, pero más lamentable es que ninguna autoridad quiera entrar y poner orden a un servicio que debe ser de interés público.

El Alcalde de Mazatlán, Fernando Pucheta, no ha querido hacer nada por poner orden, con un jefe policiaco que optó por huir cuando los ánimos se elevaban.

Y el Gobernador, Quirino Ordaz Coppel, el responsable de administrar las concesiones del transporte público, que ha optado por el silencio mientras en las calles el conflicto crece.

Mazatlán requiere de autoridades que pongan orden y no de transportistas dispuestos a imponer su voluntad, aun cuando sea por la fuerza.